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Voto de Ferdydurke:
6
7,2
9.501
Drama
El victorioso general Julio César se ve obligado a visitar Egipto para evitar la guerra civil provocada por la falta de entendimiento entre Cleopatra y su hermano Tolomeo, que comparten el poder en Egipto. César, cautivado por la inteligencia y belleza de la joven, la proclama reina indiscutible de Egipto, y tras el nacimiento de su hijo, Cesarión, la convierte en su esposa. (FILMAFFINITY)
29 de noviembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
SPQR. (Yo soy) El sueño de otro. Hasta el fin de todas las cosas.
La historia más grande jamás contada (es/recae) sobre tres fracasos monumentales como seres puramente humanos despendolados, partida en dos, Julio y Marco comparten a Cleopatra en cada lado de este cuento, los dos padecen o sufren la perdición de los hombres, las mujeres, la mujer concretamente, que los maneja como a peleles, no tanto al primero, algo todavía parecido a un hombre, sí completamente al segundo, de ridículo en ridículo hasta el definitivo muere, ni una buena decisión ni una acertada acción, todo se queda o pierde en la intención, en la más profunda y absoluta equivocación. Y al final todo se pega, la confianza que da asco, y a ella se le adhiere algo, más que suficiente, de la infinita torpeza y falta de capacidad estratégica de ambos dos, el primero al no verlas venir de más cerca, en el ámbito doméstico político tú también Bruto, no me gusta un pelo esa escena, la peor de toda la obra, al perderle la ambición epiléptica, se le va la cabeza comentan, el segundo al no enterarse nunca de la misa la media y comportarse siempre como un importante monigote o gran mequetrefe, muy corto de entendederas el pobre, por lo que ella se contamina también de estupidez y grandilocuencia y así no hay manera, cuando al principio era más salerosa, despierta, espabilada, no tan muerma, y acaban todos inevitablemente, no había otra, como el rosario de la aurora, pidiendo la hora, perdiendo pie en plena faena, les cogió la tormenta, se los llevó la marea.
La película adolece de una estrepitosa petulancia y gruesa protuberancia, fuego fatuo, mojada pirotecnia, ese acercamiento a lo sublime que se da de bruces con lo más ridículo del mundo, pero se salva in extremis por la indudable belleza del continente, los actores y sus circunstancias estético poperas, fotografía y música, y, muy especialmente, por la gelidez del tono general que atempera un tanto la apuesta desesperada desmesurada por crear un drama más grande que la vida y la muerte protagonizado, supuestamente, y no, por personajes enormes y rimbombantes, deslumbrantes y apabullantes, admirables y sufrientes, bandidos amantes, tremendamente fascinantes.
La historia más grande jamás contada (es/recae) sobre tres fracasos monumentales como seres puramente humanos despendolados, partida en dos, Julio y Marco comparten a Cleopatra en cada lado de este cuento, los dos padecen o sufren la perdición de los hombres, las mujeres, la mujer concretamente, que los maneja como a peleles, no tanto al primero, algo todavía parecido a un hombre, sí completamente al segundo, de ridículo en ridículo hasta el definitivo muere, ni una buena decisión ni una acertada acción, todo se queda o pierde en la intención, en la más profunda y absoluta equivocación. Y al final todo se pega, la confianza que da asco, y a ella se le adhiere algo, más que suficiente, de la infinita torpeza y falta de capacidad estratégica de ambos dos, el primero al no verlas venir de más cerca, en el ámbito doméstico político tú también Bruto, no me gusta un pelo esa escena, la peor de toda la obra, al perderle la ambición epiléptica, se le va la cabeza comentan, el segundo al no enterarse nunca de la misa la media y comportarse siempre como un importante monigote o gran mequetrefe, muy corto de entendederas el pobre, por lo que ella se contamina también de estupidez y grandilocuencia y así no hay manera, cuando al principio era más salerosa, despierta, espabilada, no tan muerma, y acaban todos inevitablemente, no había otra, como el rosario de la aurora, pidiendo la hora, perdiendo pie en plena faena, les cogió la tormenta, se los llevó la marea.
La película adolece de una estrepitosa petulancia y gruesa protuberancia, fuego fatuo, mojada pirotecnia, ese acercamiento a lo sublime que se da de bruces con lo más ridículo del mundo, pero se salva in extremis por la indudable belleza del continente, los actores y sus circunstancias estético poperas, fotografía y música, y, muy especialmente, por la gelidez del tono general que atempera un tanto la apuesta desesperada desmesurada por crear un drama más grande que la vida y la muerte protagonizado, supuestamente, y no, por personajes enormes y rimbombantes, deslumbrantes y apabullantes, admirables y sufrientes, bandidos amantes, tremendamente fascinantes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
A Julio lo matan de mala manera, traicioneramente, Antonio no sabe ni matarse, ni para eso vale, el chisgarabís chiquilicuatre, pareciera de los Monty Python en total acabose, y ella como/con una sierpe, sangre de tu/su sangre.
Siempre te he amado/Siempre lo he sabido. Así sí.
Rex Harrison muy bien, ella increíblemente guapa y él, también.
La parte amorosa es demasiado declamada y teatral, la bélica, tan tonta (todos saben que se ve a escogorciar y allá el mendrugo que va, le da igual, Abundio, para pitando salir a lo Lord Jim), la política, muy superficial, lo mejor es esa hermosura de mausoleo o sarcófago, de tumba egipcia faraónica tan chula, ay la biblioteca de Alejandría, qué mastuerzos que nos la queman, las tetas (digamos mejor escotes impresionantes)/ojos de ella/él, la facha de todos, la planta de los tíos, Martin Landau que está estupendo, las ayudantas más majas, los vestidos tan apretados variados, mejor, en resumen, los cuerpos que los espíritus, ah, y la cicatriz de su cuello, nadie es perfecto, hasta mejora con sus heridas o defectos.
Siempre te he amado/Siempre lo he sabido. Así sí.
Rex Harrison muy bien, ella increíblemente guapa y él, también.
La parte amorosa es demasiado declamada y teatral, la bélica, tan tonta (todos saben que se ve a escogorciar y allá el mendrugo que va, le da igual, Abundio, para pitando salir a lo Lord Jim), la política, muy superficial, lo mejor es esa hermosura de mausoleo o sarcófago, de tumba egipcia faraónica tan chula, ay la biblioteca de Alejandría, qué mastuerzos que nos la queman, las tetas (digamos mejor escotes impresionantes)/ojos de ella/él, la facha de todos, la planta de los tíos, Martin Landau que está estupendo, las ayudantas más majas, los vestidos tan apretados variados, mejor, en resumen, los cuerpos que los espíritus, ah, y la cicatriz de su cuello, nadie es perfecto, hasta mejora con sus heridas o defectos.