Está bien que se diga, estamos rodeados de malos bichos, de iguanas y reptiles, de sabandijas y gusanos, tras la carcasa de los gerifaltes y/o políticos más conspicuos, se ocultan o esconden bicharracos espantosos, si no es imposible de creer que pueda haber seres humanos tal que así, en crudo o a lo bruto, yo no me lo creo, desisto, tiene que haber algo ominoso detrás moviendo los hilos, venidos del espacio para asolarnos. Hay que acabar con ellos de un plumazo, exterminarlos de paso, hay que mancharse las manos, bajar al barro, matarlos a todos, de uno a uno y también juntos.
Jajaja. El malote tiene ese aspecto repulsivo como asqueroso larvario, gigante escolopendra, el bueno en cambio es una navideña lucecica tan bonica, extraterrestres, pero todavía hay clases y fachas diferentes, como pasa con nosotros, que unos somos tan guapos o monos como de raza española lozanos caballos y otros como lombrices grimosas que dan puto asco y no nos quejamos ni un poco, tan bien lo llevamos, apechugamos, lógicamente, no iban a ser menos allá por los astros, por las alturas celestiales, tan cerca, tan lejos.
Gran idea como cierre, estupendo epílogo, solo una pega y es que la idea no era esa, era más bien la otra o su hermana, la contraria, es decir, había que cambiarse a uno que estuviera mejor que tú, como premisa, no peor, ya medio muerto, mal empezamos, por tanto, esta nueva vida, llenos de deudas con el pasado, renqueando ya desde el mismo principio, marcados, malheridos, hechos polvo o mierda, con la soga al cuello, y además descubiertos por la chiquilla, por la aviesa niña de la curva que al de nada te hará o perpetrará sabroso chantaje con/sobre tus blancuzcas carnes, a la guerra, familiar, más madera, pobre madre y esposa la que le espera, seducida y engañada, puta y la cama.