El gandul y la vampiresa.
Calor, enfermera, Fred Astaire, sombrero y gafas.
(Puede haber mucho spoiler, de hecho, toda la trama lo es)
La película juega con el espectador como Kathleen torea al panoli de William, bendito inocente.
Las dos saben que tanto tú como él os lo vais a tragar todo, por muy grosera y exagerada que sea la mentira, por muy delirante que parezca el trampantojo; ya que tenéis fe, ya sea en el amor, el sexo o en la ficción de todos los días, en la realidad manufacturada o en el dinero siempre a mano si haces lo necesario.
Una vez más, el eterno timo de la estampita, nunca falla. O de cómo un triste trepa fracasa por mucho que se afana.
Es más guapo, listo y valiente que los demás, aparentemente, eso siente o cree, por eso no se conforma y quiere todo, le pide más a la vida, le parece poco lo que tiene, por tanto la quiere a ella, que evidentemente no existe, es un sueño, un mito, es el símbolo de todo lo que se desea, anhela y lamentablemente se malogra, del cielo que se nos niega en la tierra, lo que finalmente hace la vida con los más lerdos o intrépidos, cómo juega y se ríe de ellos, en los morros, broma macabra, siniestra carcajada, a mala cara, lo hace con todos, pero con estos se ceba en mayor medida, de buena gana, con más tiña o sarna.
Tú no puedes. Por mucho que lo intentes o creas, aunque te lo digan con tanta insistencia todos esos que te miran como el león a la indefensa presa, tantos sacacuartos y vendedores de crecepelo, grandes hombres, las mejores empresas, gobiernos enteros, médicos, abogados, amantes, el amigo querido del colegio, los que saben que eres carne de cañón, un número olvidado que solo sirve para completar estadísticas, para hacer el balance de la cuenta. En el fondo de todo timo o saqueo está la ridícula, chusca idea de hacer creer a alguien, o a muchos, a masas enteras, da igual, el procedimiento se repite, que es especial, único e irrepetible, que nos preocupamos por él y su bienestar, que si se lo propone, lo consigue, es el elegido, le ha tocado el premio en el sorteo. Esa es la clave, si le haces creer toda esa mierda, que se quiera mucho a sí mismo, seguro, entonces, comerá agradecido de tu mano, estará perdido, condenado, sonreirá feliz de camino al matadero, te dará todo su buen dinero.
Esquema clásico de cine negro con "femme fatale" y pardillo sideral con/en entorno corrupto y asfixiante. Piezas que encajan. Bien metidas, medidas y explicadas. No hay queja. Aunque se hace un poco morosa si ya de ella te acuerdas, si en su lejano día le hiciste una visita más nueva.
El principio y el final son muy buenos, por el medio flojea.
Una mujer, es decir, sexo manejado a modo, y dos hombres malos, débiles, tontos. Al primero le casa, sangra y mata. Al segundo utiliza y la llave tira. A los dos les testamenta y cierra la puerta.
Cayeron en la tela de araña; la carne expuesta, ofrendada, abierta, como fuerza femenina y flaqueza masculina.
Es implacable. Capaz de hacer cualquier cosa. El éxito, el triunfo es un camino lleno de cadáveres, un reguero de espanto. Lo que más luce es lo que más hiede.
Tras la apariencia calenturienta y tan bravía de esta película, de esta farsa que refleja distorsionada y fielmente la vida, se esconde una visión muy conservadora del mundo, "es peor meneallo", cualquier movimiento que se salga un milímetro, si son varios metros ni te cuento, del sendero marcado, te llevará a la ruina, al pecado nefando, a mucho tanto quebranto, agonía, descalzaperros, espanto.
Están muy bien los dos. Y Danson y Rourke. Todos.
Es un buen cuento que se alarga demasiado. Al que le sobra un poco de morralla para ser más perfecto.