"La Guerra" ha sido, es y me temo que será el más fiel y cruel compañero del ser humano, que lo/a ha representado, adorado y temido en múltiples formas a lo largo de su existencias ya sean femeninas o masculinas. De esa inmortal relación nacen la victoria y la derrota, la fama o la humillación, la vida o la muerte, pero siempre pagando el precio de la herida, que duele y escuece cuando en la soledad uno se despoja de las brillantes armaduras y se queda con la desnudez del alma. Se busca entonces el bálsamo, el ungüento de la justificación, cualquiera que esta sea para no caer en la locura.
Siglo XXI. Afganistán. Tropas internacionales, danesas en este caso, cual vikingos pacificadores auspiciadas por la ONU intentan sobrevivir en una tierra codiciada por siglos como encrucijada de caminos y recursos, donde también intentan sobrevivir los que allí habitan bajo el fuego cruzado de propios y extraños. Uno de estos guerreros tomará una decisión por la que tendrá que rendir cuentas el resto de su vida, juzgado por una sociedad hipócrita que pretende poner puertas al mar, controlar, justificar y domar el horror desde la distancia con códigos de papel que son tan indispensables como frágiles a los intereses de cada momento.

El entrenamiento de las academias militares no prepara ni a los que combaten ni a los que esperan en casa para esa guerra interior que tienen que luchar en soledad. Está científicamente comprobado que nuestro cerebro tiende a beneficiar al grupo al que considera que pertenece a niveles profundos del inconsciente y que ante cualquier situación siempre estará por delante el nosotros que el ellos. En la actualidad se imparten cursos a policías y militares para paliar en la medida de lo posible esta discriminación inconsciente.
Tobias Lindholm habla de ello con mesura en un relato donde la tensión contenida permanece durante todo el metraje. Resuelve con eficacia notable tanto las escenas de combate militar como las de combate psicológico apoyado por el buen hacer de sus actores. Aplica la manida frialdad nórdica racional para no incendiarnos con un tema al que el espectador no puede acercarse sin quemarse. Al término de la proyección cada uno intentará ponerse en la piel del protagonista y juzgar aquello que es injuzgable.

cineziete.wordpress.com