La dramaturga Jessica Swale da el salto desde las tablas de "El Globo" al del celuloide con un guion propio a imagen y semejanza de los blancos acantilados de creta (carbonato cálcico) apenas surcados por vetas de pedernal negro, de Dover donde transcurre la acción.
Un melodrama amable y tierno que viene bien como respiro y bálsamo ante tanta tragedia que nos rodea. La directora filma con soltura, encuentra el tono y el ritmo de lo que quiere contar y deja sobre la mesa y a la vista los aspectos más dramáticos del asunto como son la crudeza de la guerra, la separación de cientos de niños de sus padres para refugiarse de ella, el lesbianismo o la interracialidad, sin profundizar en ellos. Sería otra película. Y Swale prefiere no complicarnos el día y que sea el espectador el que reflexione sobre las derivadas.

Gemma Aterton se hace con las riendas del asunto bien secundada por el resto del elenco donde cabe destacar a la joven promesa inglesa de quince años de nombre sonoro Dixie Egerickx, a la que también pudimos ver en la menos acertada "El jardín secreto" y que seguro que dará que hablar en el futuro.

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