Cuando decimos es una película de:; generalmente hablamos del director o los actores principales y casi nunca del productor. Y ya va siendo hora de que nos fijemos en quienes producen las películas. Como es lógico los hay buenos, malos y medio pensionistas. El bueno como en este caso Enrique López Lavigne (Apache films) tiene que tener pasión aventurera por el cine y algo, con perdón, de cerdo trufero, para olerse donde hay buen material en el que merezca la pena jugarse los cuartos.

Y Lavigne acierta. Aquí hay buen material, empezando por un Paco Cabezas que da un puñetazo en la mesa para demostrar que sabe, que ha aprendido mucho y que reclama su hueco entre aquellos que marcan la diferencia. El thriller melodramático que se ha marcado con la colaboración de un elenco entregado a la propuesta, una brillante dirección de actores, puesta en escena, fotografía y (aquí doble subrayado) una bso de la madrileña Zeltia Montes para enmarcar, es de lo mejorcito del género filmado en este país. Es cierto que su guión siempre cabalga al límite  del desgarro y es algo confuso y precipitado en su recta final, pero deja poso con un regusto seco, amargo y sublima esa frase tan esperpéntica y popular en boca de la ínclita Belén Esteban: "!Yo por mi hija ma-to!", Porque más allá de la trama de género de lo que se trata es de padres, madres, hijas e hijos y de los lazos de sangre imposibles de desatar que conllevan.

Rodada en las "3.000 viviendas" de Sevilla, esa barriada polvorin social siempre a punto de estallar donde el arte se las apaña para florecer entre la miseria, ejemplo vergonzoso de que aún nos quedan muchas asignaturas pendientes por aprobar. Y no quisiera terminar estas letras sin decir que hay que contar más con Salva Reina un actor canario que posee el don de hacernos reír y llorar sin imposturas. Su "Kempes" en esta película para mí será inolvidable.

cineziete.wordpress.com