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Estados Unidos Estados Unidos · Bon Temps (Louisiana)
Voto de RandolphCarter:
10
Comedia. Romance Sean Thornton (John Wayne), un boxeador norteamericano, regresa a su Irlanda natal para recuperar su granja y olvidar su pasado. Nada más llegar se enamora de Mary Kate Danaher (Maureen O'Hara), una chica muy temperamental, aunque para conseguirla deberá luchar contra las costumbres locales, como el pago de la dote, y, además, contra la oposición del hermano de su prometida (Victor McLaglen). (FILMAFFINITY)
8 de octubre de 2010
20 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa. No hay otra palabra para definirla, no hay otra que me dé más alegría y buen rollo que "El hombre tranquilo". Contiene las dosis justas de todo lo necesario para ser feliz: romance, risas, ostias, cerveza y sentimiento, puro sentimiento plasmado en celuloide. Y es que más que un film, es una terapia contra la desidia, contra la pesadumbre; pareceré gilipollas, pero a mí películas así me quitan la tontería de encima y me inspiran ganas de vivir.

Una filmación que te atrapa con su descomunal belleza desde el primer minuto hasta el último, siguiendo los trajines de John Wayne por establecerse en el bucólico hogar de sus ancestros y echar raíces con la solterona del lugar, la pelirroja guapísima e insoportable encarnada por Maureen O'Hara, custodiada por su temible e intransigente hermano. Por sus caminos desfilan los estrambóticos habitantes del pueblo, que van desde un jocoso casamentero borrachín hasta un cura encubridor, que se convertirán en inesperados aliados del recién llegado para que consiga a su no tan dulce doncella. Ésta le acarreará más de un dolor de cabeza, ya que la muy mostrenca desgraciadamente confunde bondad con debilidad.

Ford nos transporta a un lugar mágico, sencillo, donde la vida parece discurrir sin prisas en un marco de ensueño, quizás excesivamente idealizado en su plasmación estética, con sus pajarillos trinando y sus parroquianos, que te invitan a una ronda en la taberna sin conocerte, es cierto; creo que hay que entenderlo como ese paraíso que el interiormente atormentado Wayne busca y encuentra para volver a empezar de cero y purgar sus traumas de la gran ciudad. Yo la encuentro una delicia que aún hoy día, casi 60 años tras su estreno, no ha perdido un ápice de gracia o de poder conmovedor, por mucho que nuestra mentalidad choque con la de los irlandeses tarados de Innisfree.

Sí, soy uno de esos deleznables y arcaicos defensores de la obra de John Ford que separa el arte de la política y cree que pocos maestros del cine han contado tantas historias y tan bien como él. Y sí, en la idílica campiña el papel de la mujer es retrógrado y machista ("Tome esta vara para atizar a su señora"), el alcoholismo al estar generalizado no es tal, sin dote no hay noche de bodas, los viejos moribundos resucitan al oír el fragor de una pelea, los curas hacen la vista gorda, y después de matarte a leñazos con tu enemigo acérrimo, acabas cantado junto a él con una pinta negra en la mano. Sí, lo reconozco y debo ser facha sin haberme enterado, porque a pesar de todo esto, yo sigo viendo una obra maestra como la copa de un pino.
RandolphCarter
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