Esta serie quiere hacer humor desde lo más profundo del dolor. Quiere hacernos ver el lado malo de la vida pero como con cualquier esbozo de sonrisa de una persona en dicha situación, puede alegrar mucho a uno. La primera temporada es una toma de contacto con el público y que nos da a conocer a los personajes, sus dinámicas y las relaciones que existen entre ellos.

La segunda temporada pienso que es la mejor porque ahora que conocemos mejor a cada personaje, empatizamos más con ellos. Gervais sabe que su personaje es el protagonista pero sabe darle protagonismo a los demás, llegando al punto de convertir a tres personajes en importantes para el espectador, ya que, cada uno en muy distinto pero sabe transmitir la realidad en la que vivimos desde diferentes perspectivas.

La tercera temporada es la que más critica la gente porque supuestamente sobraba. No hacía falta hacerla, es verdad, pero el hacerla tampoco implica nada negativo. Es verdad que pierde potencia porque pierde a dos personajes muy importantes pero nos presenta a otro que más o menos puede suplir las ausencias mencionadas.

Esta última temporada era necesaria para cerrar los ciclos y los arcos argumentales de cada personaje, en su totalidad y dando un final que si da un cierre completo a la serie, haciéndonos ver que Gervais es más conocido por sus comedias al uso, pero que sabe escribir muy bien. Una serie emocionante y emocional.