Seamos sincero, es una película de comedia típica de Netflix. Las primera media hora e incluso me atrevería a decir los primeros 45 minutos de la película me ha aparecido, mala, aburrida, sin gracia ninguna y más aún, sin sentido ninguno. Después la cosa mejora pero no como para poder salvar a la película. La mayoría del humor de la película se basa en las palabras obscenas que dice el personaje adolescente que las dos primera veces, pues puede tener su gracia pero cuando se repite por quincuagésima vez, es un poco aburrido, repetitivo y sin gracia alguna hasta el punto de sentirte incómodo, por la situación de la película que se está viendo. La historia es patética, intentan recrear una aceptación por parte de un adolescente que da asco durante toda la película y que reacciona de una forma que ningún chaval de su edad haría. Momentos divertidos tiene muy pocos, dos o tres pero que resultan algo gracioso, pero sin ningún tipo de relevancia. Tiene un par de cosas a las horas de las decisiones de guión que no se suelen ver en este tipo de película pero que realmente no tienen ninguna transcendencia sobre la historia típica y aburrida que se muestra. En resumen, mi consejo es que no pierdas tu tiempo viéndola, por mucho tiempo libre que tengas por la cuarentena.