Nolan nos cuenta la historia de Leonard Shelby (Guy Pearce), un ex-investigador de la agencia de seguros que tiene como ultimo recuerdo la perdida de su mujer en una fatídica noche en la que dos ladrones asaltaron su casa y le dejaron a él con un daño irreversible en el cerebro que le impide almacenar nuevos recuerdos. Leonard, con sed de venganza, intentará encontrar al asesino de su mujer mediante fotografías y notas en su cuerpo, con la inseguridad de no saber de que personas poder fiarse y cuales se están aprovechando de él.

Bien estructurada, con diálogos contundentes, frases que quedaran para la historia del cine, escenas impredecibles, muy detallista en algunos aspectos y con una banda sonora sobrecogedora, maravilloso final.

Una película para ver solo o acompañado de personas que, en lo posible, no padezcan de déficit de atención. También nos enseña el lado más cruel de las personas, que se aprovechan del más débil cuando las circunstancias lo requieren. Como defecto destacable de este thriller podría mencionar la falta de expresividad en el rostro de Guy Pearce, alguien como Leonard Shelby debería manifestar más de una lágrima o llevarse las manos a la cabeza de la desesperación.

Pese a sus defectos, es completamente recomendable, sobre todo a aquellas personas amantes del cine culto y que les pueda gustar reflexionar sobre lo importante que son los recuerdos en nuestra vida diaria.