¿No nació el HOMBRE en Oriente, viles y egocéntricos europeizadores? ¿No se erigieron allí los primeros templos, los primeros versos, las primeras relijiones*? Porque el ser humano fue plantado a lo largo y ancho de la frondosa tierra que por Nuestro Señor nos fue entregada, mas no pudimos llamarnos propiamente HOMBRES hasta el momento en el que escribimos, en el que por primera vez necesitábamos de un útil hasta ahora no creado, de la herramienta capaz de hacernos manifestar nuestros más profundos sentimientos. Allí, en tierra de Gilgamesh, fuimos creados, y allí, por tanto, nos veremos regresados. ¡Oriente, Tierra de medios! ¡Oriente, tierra de imaginación! A ti debemos maravillas del cine como la presente, que, aún sumergida en el despótico régimen de descarriados dictadores, supiste desplegar las alas de tu libertad, y mostraste al mundo la capacidad imaginativa con la que hacías frente a la falta de aquello que dio nombre a tu gloria: los medios y recursos de los que disponías para hacer cine, que por culpa de carceleros morales permanecían ocultos para ser utilizados en medios menos culturales.
Videa bien esta obra de arte, querido cinéfilo, pues no es una película sin más; es todo un manifiesto, el más bello quizás, al alzamiento del intelecto por encima de cualquier represión creativa. Es, en definitiva, POESÍA.

Psdt. Es un plagio de Star Wars. Nadie es perfecto.


¡Joróbate, Flanders!

* Para los no versados: guiño cultural hacia uno de mis predilectos y bien allegados poetas favoritos