Un dorama atractivo con mezcolanzas del típico melodrama, con lo fantástico y la ruptura del cuento romántico, de corta duración —si se comparase con con su homologo latinoamericano—, funcional por su estructura narrativa, el trasfondo psíquico de sus personajes, aunado a su preciso manejo de los géneros y la estética en dirección de arte.

Ella, una actriz de doblaje despreocupada de los protocolos, la buena ropa, de su propia organización y del reconocimiento; él, un acaudalado empresario que contrariamente al perfil de la protagonista es sumamente meticuloso, con gusto por el buen vestir, sin menesteres, petulante, hosco, directo, sin culpas, al desecho de lo indigno dada su posición económica.

La disparidad es abismal, sin embargo las características opuestas desatarán en la pareja un estira y afloja a lo largo de 20 episodios, donde a través de lo fantástico, un pasado que juega a ser decisivo en el presente de ambos, un caprichoso cantante de moda y una madre de egoísmo inquebrantable darán el interés para concluir su visionado.

Una serie fresca al que sólo la duración por episodio le resta algunos puntos, al ser un tanto redundante en la postura de la pareja, que sin duda la paciencia del espectador es algo primordial a la espera de una trama que va en fortalecimiento.