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Voto de Juan Marey:
9
Drama Film inspirado en la novela homónima de Georges Bernanos. Un joven sacerdote llega a una pequeña localidad del norte de Francia, donde se hace cargo de su primera parroquia. A pesar de que desarrolla sus labores sacerdotales con diligencia y humildad, es ignorado e incluso rechazado por sus feligreses. Convencido de que ha fracasado como pastor de almas, sufre una profunda crisis de fe. En tales circunstancias, tendrá que afrontar, ... [+]
20 de julio de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Le journal dún curé de campagne” es la transposición cinematográfica que el francés Robert Bresson hizo en 1951 de la novela de Georges Bernanos. Bresson supuso un auténtica revolución para lo que en su día se llamaba “Cine cristiano”, no en vano diversas organizaciones católicas andaban muy metidas en el mundo del cine intentando impartir doctrina a través de los medios de comunicación modernos, en algunos países, como Gran Bretaña, esa misión se había emprendido desde que el cine empezó a existir, en otros, como España, era el resultado de la guerra civil y el monopolio de la enseñanza, en unos terceros, como el caso de Francia que nos ocupa, era sólo una tendencia, una corriente que implicaba a novelistas como Bordeaux, Cesbron o el propio Bernanos, pero también a directores como Jean Delannoy o Robert Bresson, pero el interés de este “Diario de un cura rural”, no “De campaña” como aparece groseramente traducido en la versión española, es que no es una obra confesional si no una gran película sin adjetivos.

Robert Bresson desarrolla el tema que estará en el centro de toda su filmografía y que es el de la gracia y la dificultad de acceder a ella, los caminos tortuosos que hay a veces que seguir para merecerla, ese recorrido tormentoso que vive su protagonista, un magnífico Claude Laydu, que a continuación, de manos de la mencionada “internacional católica”, llegará a España para encabezar el reparto de “La guerra de Dios” de Rafael Gil, lo vive también la película que marca un nuevo paso adelante en el proceso de estilización narrativa escogido por el director, un hombre que no quería saber nada de lo que él llamaba como “Teatro fotografiado”, que no es otra cosa que un film en el que se emplean los medios del teatro, es decir, los actores, la puesta en escena y se utiliza la cámara para reproducirlos, porque él defiende el cinematógrafo, o lo que es lo mismo, servirse de la cámara y de los recursos propios del cine: el encuadre, la luz, el montaje, etc. para crear otra realidad.

El resultado de la apuesta de Bresson es deslumbrante en su austeridad, un modelo de pureza que pudiera resumirse diciendo que estamos ante una película de lenguaje tan rico como las del cine mudo, pero con la ventaja de contar con subtítulos hablados.
Juan Marey
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