Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Filiûs de Fructüs:
9
Comedia. Bélico Convencido de que los comunistas están contaminando los Estados Unidos, un general ordena, en un acceso de locura, un ataque aéreo nuclear sorpresa contra la Unión Soviética. Su ayudante, el capitán Mandrake, trata de encontrar la fórmula para impedir el bombardeo. Por su parte, el Presidente de los EE.UU. se pone en contacto con Moscú para convencer al gobierno soviético de que el ataque no es más que un estúpido error. Mientras tanto, ... [+]
19 de mayo de 2010
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de “¿Télefono Rojo?...” es hablar de palabras mayores. Y es que muchos al ver su género esperan ver una comedia de Abrahams y los hermanos Zucker, he visto a más de uno preguntarse porqué no se ha reído en esta película y es que no podemos juzgar algo sin haberlo visto y mucho menos sin haberlo entendido. Teléfono Rojo es mucho más que todo eso, es claramente una crítica a la política nuclear de dos de los países más poderosos sobre la faz de la tierra; una sátira política antibélica, que se ríe de todo y de todos.

Si bien en un principio la idea era hacer un proyecto serio, en el último momento Kubrick decidió dar al film un giro de 360 grados, introduciendo ironías, personajes esperpénticos, a cada cual más chiflado y excéntrico y algunas conversaciones que quedarán para siempre en nuestros tímpanos como algo magnífico y genial.
Entre ellas nos quedarán las conversaciones que mantienen Merkin Muffley (presidente de los Estados Unidos imperialistas) y Dimitri (presidente de la URSS comunista) o la cualquiera de las que dirige el general Jack D. Ripper (que también tiene cojones el nombrecillo que puede interpretarse como Jack the Ripper, oséase: Jack el Destripador) con su subordinado, el capitan Mandrake y su risilla nerviosa, hablando de mujeres, fluorización y fluidos corporales, realmente magistral.

El filme goza de un entretenido y enérgico duelo actoral entre Sellers y George C. Scott, este último interpretando al voraz General Buck Turgidson. Por ser una sátira, Dr. Strangelove puede parecer de lejos un filme inferior de Kubrick, una película en la que el maestro se salía de registro y desplegaba una perfecta plataforma para que Peter Sellers (con el que dos años antes había trabajado en Lolita) se luciera interpretando tres personajes: el disciplinado y nervioso Capitan Lionel Mandrake, al calvo presidente de los E.U. Merkin Muffley y al ex nazi Doctor Strangelove.

Fotografiada excelentemente por Gilbert Taylor, y musicalizada soberbiamente por Laurie Johnson, en la que destaca esa marcha militar, sugerente leiv-motiv que parece salirse del registro cómico del filme, Dr. Strangelove es un filme que termina destacando más por su gran contenido crítico, mordazmente dirigido al militarismo estadounidense, que por otra cosa.

Una bomba que dentro del avión parece que nunca llegará a buen puerto, por una serie de desdichas que hacen prever lo mejor para todos. Lástima para la humanidad que los aviadores norteamericanos hayan sido entrenados para cualquier situación, y pase lo que pase decidan lanzar la bomba aunque la vida vaya por ello. Una de las escenas más recordadas del film es justamente una de las finales, con ese grito tarzanesco y ese sombrero de cowboy que firman un desenlace fatídico pero necesario.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Filiûs de Fructüs
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow