Nunca tantos despropósitos y tal derroche de increíbles barbaridades me habían resultado tan entretenidos. La peli es una parida como la copa de un pino, y mientras uno la está viendo, es imposible dar crédito a todo lo que allí está pasando, pero, joder, qué buen rato se pasa.

Normalmente, una película en la que pasan cosas tan flipadas como el hecho de que una ametralladora se caiga por unas escaleras con tan buena fortuna que le da de lleno a todos los malos, me habría hecho tirarme de los pelos. Pero qué quieren que les diga, en este contexto de sinsentidos, la cosa tiene su gracia.

Mención aparte merece la metamorfosis experimentada por Jamie Lee Curtis... madre mía, qué capacidad camaleónica la de esa mujer, cuánto potencial oculto, cuánta exuberancia escondida bajo modestos y amorfos ropajes... ella es la verdadera bomba de la película, amigos. Y lo digo sin ser hombre; me figuro que para ellos, la escenita del baile tiene que haber sido algo así como una revelación (también para Arnold, si hasta se le cae la grabadora al suelo al pobre...).

En este caso, vaya por delante el entretenimiento para puntuar: se gana un 7 como una casa, porque me ha tenido pegadita a mi asiento todo el rato, y eso que tenía ganas de hacer pis.