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España España · El Masnou
Voto de Totó:
9
Drama Daniel Lefebvre es el director de la escuela infantil de un barrio marginal de un pueblo minero del norte de Francia, en el que el 30% de la población está en paro a causa de la crisis de la minería. Un día, la madre de una alumna llega borracha a la escuela, sufre un colapso y deja allí a su bebé y a su hija de cinco años. El director solicita entonces la ayuda de los vecinos, pero lo único que conseguirá es que su labor docente sea cuestionada. (FILMAFFINITY) [+]
3 de julio de 2008
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni una sola frivolidad. Ni un solo meandro en el curso de la narración. La historia fluye con tanta fuerza, es tan urgente lo que nos cuenta, que no hay tiempo para distraer con tramposos artificios.

La película se realizó pensando en los niños, no cabe duda, pero va dirigida a los adultos y a todo aquel que pretenda serlo algún día. Y lo hace con un estilo crítico, muy próximo al documental, pero cimentado a partir de un delicado lirismo que aporta cohesión al conjunto y que nos sitúa en el eterno camino de la utopía, desde donde algunos desearemos estrechar la mano del personaje.

Tavernier no sólo pretende reflejar la cruda realidad, se propone ser una fuente de inspiración para combatirla. Y lo consigue. Nos enseña que las buenas intenciones deben atravesar a menudo los gélidos desiertos de desilusión que pueblan las sociedades occidentales y que suponen un muro infranqueable para muchos. Nos descubre que el infeliz es incapaz de hacer felices a otros, que la desdicha también es contagiosa. Pero nos proporciona un modelo para la esperanza, para plantarle cara a esta plaga: este profesor entregado a la infancia, por la que siempre merecerá la pena vivir, o como en este caso, luchar fervientemente.

Daniel, nuestro working class hero, debe ser más testarudo que la miserable realidad que acecha a los vecinos de este barrio marginal. Una realidad empecinada en inmiscuirse en el universo imaginario de sus jóvenes alumnos. Muy pronto veremos como el espíritu irreverente de Daniel choca con el de sus acomodados colegas y por extensión con todos los estamentos públicos que le rodean. Para salvar a los niños se verá obligado a educar también a los padres de éstos, afectados por la desesperanza y el dolor. Un dolor que sufre él mismo por pertenecer a este mundo a veces tan despreciable.

Y es que el camino del idealista es largo, espinoso, surcado por colosales abismos de frustración y la película nos lo muestra con una honradez no apta para quien quiera pasar una dulce velada mirando para otro lado.

Tavernier apunta directamente a este sistema insensible e hipócrita en el que nos ha tocado vivir. Apunta contra el capitalismo, revelando algunas de sus repugnantes falacias y alzando la alfombra para dejar ver parte de la basura que allí se acumula. Pero lo hace dosificando el discurso, sin descuidar a sus niños, invitándonos a compartir un luminoso refugio, la inocencia.

El título es muy sugerente, pero no debe llevarnos a equívoco. Hoy es el primer día del resto de nuestra vida, bien por nosotros. Eso sí, para esas gentes no es una forma de hablar, porque hoy... Hoy todo vuelve a empezar.

Maravillosa.
Totó
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