Cuando por fin me he atrevido a ver esta película, en parte he encontrado lo que esperaba: sangre a borbotones. Y es que parece que si no se ven las mutilaciones en primer plano no se puede hacer una buena lucha. Sangre y vísceras tienen que inundarlo todo y salpicar a cualquier protagonista que se pasee por la escena. Por suerte, al menos hicieron una coreografía decente en el último combate. El resto de la película pasa sin pena ni gloria. Un malo muy malo que solo grita, aunque sean los buenos días, todo tiene que ser gritado para que se sepa sin duda alguna que es el malo de la historia. Un señor danés que pasaba por allí y le pringaron para que luchara con el malvado rey pero que no parece tener muy claro porqué lo hace. Y el bueno... bien podría ser el cartón de los videoclubs pues tiene la misma expresividad, así esté matando a alguien, comiendo o delante de una mujer o incluso el arzobispo, su gesto es inalterable. Y sobre el argumento... a veces es una mera excusa para poder hacer escenas de batalla. Así que no se merece una referencia en estas líneas.

Como punto a favor tienen unos paisajes hermosos, un vestuario cuidado y unos combates que aunque algo bizarros pueden resultar entretenidos. El resto son una sucesión de tópicos que bien puede hacer que pase la sobremesa mientras estamos tumbados en el sofá y nos olvidamos de cualquier detalle de la historia que podamos saber.