Llevaba tiempo queriendo ver esta película al verla en la lista de las diez película preferidas del director ruso Tarkovsky, sabía que sería buena, y cierto, lo es pero no la he visto en el día adecuado.
Tengo gripe y malo en la cama y solo en casa, la verdad que me ha deprimido un poco pero esto no influye en mi crítica ni en mis comentarios.

He intentado buscar una crítica constructiva en la lista que hay pero parece ser que la película ha despertado el lado poético y profundo de la mayoría de los críticos porque en vez de leer una crítica parecía que estaban escribiendo la continuación del diario del cura rural.

Quiero dejar la pedantería a un lado y ver lo genial de la película, con planos largos, escenas silenciosas con una voz que va narrando los pensamientos y luchas interiores del protagonista, Bresson consigue algo genial y retrata con la cámara el alma de este cura pero ciertamente que también ayuda mucho la gran interpretación de Laydu, sin duda formidable.

En muchos momentos la película me recordaba a la primera película de la trilogía de Kieslowski, Azul donde el director polaco consigue recrear el dolor silencioso de esta mujer que lo ha perdido todo y se siente muy sola.
Bresson hace lo mismo pero con la lucha interior de un hombre que pierde la fe a lo largo de su camino como cura rural.

La película es pura poesía y también puro dolor ya que resulta ser una visión muy pesimista y poco esperanzadora sobre la vida, la muerte y Dios.

En ciertos momentos sus diálogos pueden resultar muy pedantes y difíciles de entender, hay muchas veces que parece necesitar un lenguaje muy difícil para hacer llegar al pueblo la idea de Dios y es esa la razón por lo que la gente no se entera de nada sobre Dios ni del alma ni de nada más, es el lenguaje utilizado para ello.

Woody Allen consigue llegar a grandes conclusiones sin llegar a ser tan pedante.
La película es una obra maestra, sin duda, genial pero no es comprensible por cualquiera, se necesita tener una gran sensibilidad muy bien educada y trabajada.