El film gira entorno a un mundo muy peculiar, el de los cómicos. El de los monologuistas para ser más exactos. El film gira entorno a la curiosa relación que se establece entre un cómico consagrado como George Simmons (Adam Sandler), y un aficionado como Ira Wright (Seth Rogen), al que el primero acoge tras enterarse que le queda poco tiempo de vida. De hecho, Rogen compone el típico personaje de la factoria Apatow, intentando prolongar la adolescencia más allá de de los años habituales. Comparte vivienda con otros dos tipos como él, y sin ninguna relación estable conocida. Por su parte, Simmons, compone la estampa del triunfador. Aunque un triunfador que a lo largo de su carrera ha ido dejando atrás a todo el mundo quedándose solo justo en el momento que más necesita de compañía.

Sin duda, los mejores momentos del film, se basan en la curiosa relación que se establece entre los personajes de Sandler y Rogen, llegando incluso a la autoparodia la composición de Sandler. Como telón de fondo de las andanzas de Simmons y su acólito, intentando ponerse en paz con el mundo, Apatow ofrece una mirada sobre la comedia, aunque más bien debería decirse sobre la trastienda de la comedia en general, de los mecanismos que nos hacen reir, de las vidas de esos tipos contínuamente pensando un chiste para alegrarnos. No sólo el film resulta intersante por la paradoja de ver a un cómico, que sigue con su oficio pese a saber que se está muriendo. Más interesante aún, es enseñarnos el "mundillo" de los cómicos aficionados. Quizás, de alguna manera, Apatow pretenda mostrarnos los entresijos de la comedia, que curiosamente, en muchos casos no tiene nada de divertida.

Me atrevería a decir que Apatow nos ha ofrecido su película más madura, comenzando a alejarse de los planteamientos típicos, y dotándo además a la historia de un trasfondo dramático que se hace mucho más evidente cuando aparece en escena el personaje de Leslie Mann, en el papel de una antigua novia de Simmons. Y ello sin que Apatow haya dejado atrás su catálogo de chistes escatológicos.

Este es quizás uno de los mejores films del realizador, y uno de los que mejor logra combinar la parte cómica con la dramática, que había resultado bastante forzado en sus anteriores obras. A pesar de los buenos momentos, Apatow se recrea excesivamente entorno a sus personajes (la estrella arrogante y el admirador ciego cuyos actores demuestran una excelente compenetración entre sí), y entre la trastienda del mundo de la comedia, alargando excesivamente el metraje para lo que realmente cuenta. Esto acaba siendo un lastre excesivamente grande, para el film, que se acaba resintiendo en sus resultados finales. De todas formas, parece que Apatow está cada vez más cerca de la madurez creativa, y además no olvidemos que ha conseguido arrancar a Adam sandler una más que meritoria interpretación.