I Am Mother es seguramente una de las más brillantes películas de ciencia-ficción que hemos visto en años.
Malsana y llena de un mal rollo y un aire siniestro que se pega a la piel del espectador y no se va desde el minuto 1 hasta el final, es un ejercicio absolutamente sorprendente y brillante. Aviso: la historia es cruel, muy cruel, especialmente cuando se descubre la verdadera motivación de Madre al final, pero como decimos toda la narración está impregnada de un carácter enormemente aterrador y duro como la piedra. Plantea no sólo una de las relaciones madre-hija más retorcidas que se recuerdan en un filme de género, sino una serie de preguntas que hielan la sangre. ¿Hasta dónde puedes confiar en tus más allegados? ¿Y si todo lo que vivimos es un plan superior en el que ni siquiera nuestras más personales acciones nos pertenecen? ¿Qué ocurre cuando tu plan de escape también te falla? Así, I Am Mother podría pasar como uno de los mejores episodios (alargado, eso sí) de Black Mirror: una bofetada en la cara, una premisa inquietante, un discurso que nos suena demasiado real y cercano a pesar de presentarse bajo la bandera de la ciencia-ficción. No hay más que ver su apabullante final para darse cuenta.
Excelente trabajo de Grant Sputore y su guionista Michael Lloyd Green.

Lo mejor: Las actrices (excelente trabajo de Hilary Swank y la joven Clara Rugaard, sin olvidar la interpretación vocal de Rose Byrne como Madre) y la inteligencia de la propuesta, así como su desarrollo.
Lo peor: Podría haber sido un poquito más corta. Quince minutos menos y podría ser perfecta.