Vamos a ser justos. Roma no es una película perfecta, en absoluto. Le pasa lo que a muchas otras películas "premiables", que es que le sobra metraje. La misma historia podría haberse contado fácilmente en 20 minutos menos (más o menos los que le sobran por el episodio en la hacienda y alguna que otra escena aquí y allá que podría no haber estado. ¿Sirve de algo al final el personaje de Adela? No mucho), lo que hubiera ayudado a que su narración fuera más ágil. Como decimos, es un defecto común de muchas películas que pretenden llegar a la época de premios. Parece como si, para ser una cinta importante, buena y premiable, estuviera escrito que tuviera que durar necesariamente más de dos horas...
Pero también hay que hacer justicia por otro lado. A pesar de esos pequeños defectos, Roma es sin duda una de las mejores películas del año, y una de las mejores películas de la excelente carrera de Alfonso Cuarón. Hay que ser muy grande para, teniendo el estatus que tiene el mexicano tras películas como Harry Potter o Gravity, decidirse a hacer esto cuando seguro que tiene ofertas mucho más suculentas y mainstream encima de la mesa. Roma es una carta de amor a México, a sus gentes, a la sencillez de una vida familiar y tranquila a la que Cuarón mira con profunda nostalgia y un cariño que supura por cada escena. Lo más destacable que tiene Roma, y lo que hace que los críticos de todo el mundo se hayan enamorado de ella, es que rezuma sensibilidad y mimo a cada momento. Quieras o no, Cleo, Sofía y los niños te atrapan con su ternura y su humanidad, y resulta imposible apartar los ojos de la pantalla hasta que termina el metraje. Se trata de una narración fabulosa por parte de Cuarón, costumbrista y casi casi naturalista más que realista, que además demuestra una vez más su altura como realizador también, con unos planos de museo que emocionan tanto o más que las palabras (atención a cuando Cleo habla con Fermín en el cine, o cuando Sofía cuenta la verdad a sus hijos mientras cenan). Además, no rehuye el compromiso político gracias a las contundentes escenas que muestran la Matanza del Jueves de Corpus.
Hay que aplaudir además la extraordinaria presencia de los actores más jóvenes, todos encantadores (ver la reacción del más pequeño cuando ve llorar a Cleo), de Marina de Tavira y por supuesto de Yalitza Aparicio, una debutante. Sí,sí, esta es su primera experiencia en la actuación, pues Aparicio es maestra infantil de profesión. En una palabra, espectacular.
En definitiva, una película bellísima y llena de amor que se va a convertir seguro en uno de los clásicos del cine azteca. Y no la pierdan de vista en los Oscar. El que avisa no es traidor.

Lo mejor: Su exquisita sensibilidad y mimo.
Lo peor: Es demasiado larga.