Kathryn Bigelow es una directora de primer nivel, y no sólo por el talento mostrado en Zero Dark Thirty o En tierra hostil. Ya en los 90 era una de las realizadoras más interesantes, personales y brillantes que podían encontrarse por ahí. En Días extraños, la película que nos ocupa, vuelve a dejar patente que filma las escenas de acción con una pericia absolutamente sobresaliente (atención al encuadre y a la sensación muy bien conseguida de lucha callejera, sucia, sin cuartel y en la que el espectador se ve involucrado, sin renunciar en ningún momento a la elegancia marca de la casa de la directora). Además, reúne un reparto de lo más solvente en el que destaca un excelente y camaleónico Ralph Fiennes que pocas veces ha estado tan atractivo y tan macarra, una Angela Bassett de lo más correcta y los siempre solventes Tom sizemore, Michael Wincott y Juliette Lewis, esta última en unos de sus muchos personajes de chica rarita.
¿Problema? Pues uno muy gordo. La idea es buena, pero el desarrollo es, en una palabra, enloquecedor. La primera media hora es incomprensible y todo lo que viene detrás nunca logra transmitir fascinación por el retrato futurista ni las reflexiones sobre la privacidad y el robo de lo íntimo de la mente humana. Queda la sensación de que hubiera podido ser otra cosa, pero el guión es un lío tan grande que apenas hay espacio para nada que no sea un ligero entretenimiento bien hecho y con buen molde que queda a la mitad de todo lo que pretendía.
En definitiva, un entretenimiento con buena base que podría haber dado para mucho, mucho más... otra vez será.

Lo mejor: Ralph Fiennes y la realización de Kathryn Bigelow.
Lo peor: No hay manera de enterarse de lo que está pasando, y cuando al fin nos enteramos tampoco era nada del otro jueves.