Le pese a quien le pese (y sí, ya sabemos que se ha convertido en intocable por ser nuestro Iron Man cinematográfico, y muy bien que lo ha hecho, por cierto), Robert Downey Jr lleva años convertido en una especie de Johnny Depp, es decir, un actor que se presta a todo tipo de excentricidades, caras, aspavientos, maquillajes y tonterías. No quiere decir esto que sea un mal actor, ni muchísimo menos, como tampoco lo es Depp. Muy al contrario, ambos son intérpretes más que solventes e incluso extraordinarios en según qué circunstancias, pero por alguna razón que desconocemos sienten placer en acumular sustanciosos cheques a cambio de aparecer en películas, vamos a decirlo así, cuestionables.
Es el caso de esta Dolittle, que, si bien tampoco es el desastre que se podía esperar, desde luego no tiene nada de admirable o "festejable". Tampoco es tan mala, como decíamos. De hecho, tampoco le veo nada de malo. Es una aventura clásica, muy blanca, para toda la familia, de época, bonita de ver. Si no es gran cosa es porque la historia no es gran cosa. De hecho, es bastante absurda. Pero para quien no le pida peras al olmo, tampoco está mal, especialmente para verla en familia y con niños.
Pasable. A duras penas, pero pasable.