No cabe duda de que la vida de Kuki Gallmann ha debido ser apasionante, a la par que muy trágica. El problema es que la película de Hugh Hudson no sabe aprovechar dichas vivencias.
Soñé con África, la primera película que estrenaba Kim Basinger después de su merecido Oscar por L.A. Confidential, es un drama bastante aburrido, bastante poco estimulante, que quiere resultar muy apasionado, por la propia África (siempre vibrante en la pantalla, pese a sus problemas políticos, bélicos, sociales y naturales) y por la relación entre Kuki y Paolo (Un Vincent Pérez que entonces era uno de los mayores sex-symbols del cine europeo), pero la verdad es que apenas llega a calidad de telefilme de sobremesa, y de hecho lo parece por lo dramático que es todo.
En definitiva, una película de imágenes bonitas, con una buena protagonista al frente, pero bastante pobre en sus resultados.