Segundo largometraje del bueno de Darío Argento y un producto tedioso a más no poder, inscrito en el por aquél entonces bastante nuevo subgénero del giallo italiano.

Es algo larga, no demasiado, pero se hace eterna dado los minutos de sopor que pueblan el embarullado y poco interesante metraje.

Pobres diálogos, normalitas interpretaciones, intriga de medio pelo y un barato y romo erotismo a cargo de la belleza pétrea de Catherine Spaak, que sí, está muy buena, pero no mueve un músculo de su cara.

Un rollete a pesar de algún buen momento y del estimable empleo de la música de Ennio Morricone, dirigida por Bruno Nicolai, el mejor de los compositores que intentaron emularle (y copiaron reiteradamente).
Vista casi cuarenta años después de su estreno, una pérdida de tiempo, en mi opinión.

De todas formas, es posible que yo esté equivocado, dado que este film está considerado hoy en día poco menos que "de culto".

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