El cine francés, que tantas sorpresas agradables nos ha ofrecido, ahora nos la mete doblada con El imperio de los lobos. Estaba convencido de sería otra buena producción de misterio, avalada por una novela de éxito, y también con la presencia de Jean Reno como poli de métodos discutibles (cómo no acordarse de la estupenda Los ríos de color púrpura).
Pero no. Lo que me encontré fue una película que arranca bien, pero que pronto se convierte en un totum revolutum con dos tramas paralelas que terminan convergiendo de mala manera. La dirección va siempre en busca del último hallazgo, del plano más "innovador", acabando en puro efectismo que distrae la atención más que ayudar al avance de la historia. Los personajes son muy planos, los diálogos son flojos, y el guión es un despropósito que se alarga hasta las dos horas y poco. Grandísima decepción.