Rebelde sin causa es un clásico, me parece a mí, más de la iconografía moderna que de la cinematografía. Más por la carismática interpretación de James Dean que por sus valores cinematográficos.
Puede que el tiempo la haya desvirtuado, pero Rebelde sin causa no impresiona mucho. Me gusta el tema de fondo que se trata, el de los jóvenes que se sientes solos en el mundo, pero el resto parece dar tumbos y no encontrar su hueco en la película. De una película de adolescentes se pasa a casi una película de acción que poco tiene que ver con lo que se estaba contando. Su recta final, tremendista y poco menos que paranoica, no ayuda mucho a consolidar la cinta.
Lo más reseñable es el personaje de Platón (Sal Mineo), verdadero protagonista de la película y verdadero encarnador del rebelde sin (aparente) causa. Pero no pasa nada si no se ve. No la considero una película imprescindible.