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6,7
95.991
Terror. Intriga. Fantástico
Laura se instala con su familia en el orfanato en el que creció de niña. Su propósito es abrir una residencia para niños discapacitados. El ambiente del viejo caserón despierta la imaginación de su hijo, que empieza a dejarse arrastrar por la fantasía. Los juegos del niño inquietan cada vez más a Laura, que empieza a sospechar que en la casa hay algo que amenaza su familia. (FILMAFFINITY)
15 de octubre de 2007
27 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Exactamente. Hartazgo. Esa es la sensación que me provocó el visionado de esta película.
No puedo centrar la crítica exclusivamente en la baja calidad de producto (y aquí, la palabra "producto", adquiere un sentido literal) pues son tan evidentes los corta y pega, que mencionaba otra persona de por aquí en su post, que, en ningún caso, es posible juzgar la calidad del filme más que por su capacidad técnica para que no sea una auténtica mierda.
El caso es que lo que me produce más hartazgo es la deriva tomada por la industria cinematográfica española (industria en sentido literal, también), que nunca fue muy lúcida pero que en los últimos años ha perdido el norte de un modo absoluto. Al parecer, los grandes éxitos comerciales de temporadas pasadas (Airbag, Torrente, Los Otros, El otro lado de la cama, ...) ha lanzado a los productores a la búsqueda del pelotazo del año, olvidándose por completo de la calidad del producto en la mayoría de casos. Y tanta son las ganas del público español por encontrar algo en nuestra cinematografía que les empuje ir al cine que se dejan llevar por los cantos de sirena de invasión publicitaria (inclusive en críticas cinematográficas de prestigiosas revistas dedicadas al género). Hemos copiado el modelo americano porque su competencia es avasalladora y con ello el cine español ha perdido toda su identidad. Eso se lo debemos a nuestro gran amigo Amenabar (¿alguien me podría indicar la más mínima línea de coherencia en su obra?), un facturador sin igual de películas al más puro estilo Hollywoodiense. Y él se lo puede permitir pues para tan ignominiosa tarea tiene oficio de sobras. Más imperdonable es la ristra de directores con menos oficio que quieren seguir sus pasos ante sus grandes éxitos.
El modelo americano funciona para los americanos porque su industria ha colonizado a medio mundo (el medio que puede permitirse ir al cine de vez en cuando) pero ¿Aquí?.
En los 90 la media de las películas era de un aprobado, y teníamos algunos notables, aunque los temas eran repetitivos (gracias a los siempre inestimables productores) pero tenían impronta, sello propio. Ahora nadamos en una Nada Infinita. Y lo que nos queda!!!
Ah, esto no era ninguna crítica. Más bien se trata de una catarsis de un cabreo latente.
Suerte que hay quién disfruta tanto con estas cosas...
No puedo centrar la crítica exclusivamente en la baja calidad de producto (y aquí, la palabra "producto", adquiere un sentido literal) pues son tan evidentes los corta y pega, que mencionaba otra persona de por aquí en su post, que, en ningún caso, es posible juzgar la calidad del filme más que por su capacidad técnica para que no sea una auténtica mierda.
El caso es que lo que me produce más hartazgo es la deriva tomada por la industria cinematográfica española (industria en sentido literal, también), que nunca fue muy lúcida pero que en los últimos años ha perdido el norte de un modo absoluto. Al parecer, los grandes éxitos comerciales de temporadas pasadas (Airbag, Torrente, Los Otros, El otro lado de la cama, ...) ha lanzado a los productores a la búsqueda del pelotazo del año, olvidándose por completo de la calidad del producto en la mayoría de casos. Y tanta son las ganas del público español por encontrar algo en nuestra cinematografía que les empuje ir al cine que se dejan llevar por los cantos de sirena de invasión publicitaria (inclusive en críticas cinematográficas de prestigiosas revistas dedicadas al género). Hemos copiado el modelo americano porque su competencia es avasalladora y con ello el cine español ha perdido toda su identidad. Eso se lo debemos a nuestro gran amigo Amenabar (¿alguien me podría indicar la más mínima línea de coherencia en su obra?), un facturador sin igual de películas al más puro estilo Hollywoodiense. Y él se lo puede permitir pues para tan ignominiosa tarea tiene oficio de sobras. Más imperdonable es la ristra de directores con menos oficio que quieren seguir sus pasos ante sus grandes éxitos.
El modelo americano funciona para los americanos porque su industria ha colonizado a medio mundo (el medio que puede permitirse ir al cine de vez en cuando) pero ¿Aquí?.
En los 90 la media de las películas era de un aprobado, y teníamos algunos notables, aunque los temas eran repetitivos (gracias a los siempre inestimables productores) pero tenían impronta, sello propio. Ahora nadamos en una Nada Infinita. Y lo que nos queda!!!
Ah, esto no era ninguna crítica. Más bien se trata de una catarsis de un cabreo latente.
Suerte que hay quién disfruta tanto con estas cosas...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por cierto, el final podía haber salvado algo la película...pero ni eso. Esa Belén Rueda (¡no le podrían dar la prejubilación! aún no ha cambiado el registro de Mar Adentro ¿Hasta cuando?), culpable de la muerte de su hijo, podría haberle dado un giro interesante a la película. Pero no, teníamos que arreglar un final que aliviara su tormento infinito por haber matado a su hijo con un Happy End de los peores que recuerdo en los últimos años. Si, Happy End, pues el suicidio no es más que una manera de perdonar al personaje de la Rueda al reunirla con su hijo ( que ni ño tan güeno, no le reprocha el haberle hecho agonizar hasta tener una muerte terrible). La culpabilidad le deba cierto empaue al conjunto, un sentido que, mirado con perpectiva, podía hacer a la película algo más interesante pues dejaría en un aparte las historias fantasmiles centrándose en algo más mundano, los muertos no son la causa de todas las desgracias, es la acción de la madre provocando la muerte agónica del hijo. Pero no, acaba con una reunión en absoluta normalidad y alegría dónde solo falta la Mirinda y las patatas chips. ¿Se olvidó el director de los terribles chillidos angustiados de los niños cuando la Chaplin va a su habitación como entes atormentados que viven en el más allá? ¿se desangustian de repente?¿Se olvida el cara-saco de la putada que le hicieron los otros niños y por la cúal les da tormento? ¿Se olvidan los niños de lo cabroncete que es el cara-saco y aún más su madre? ¿La Rueda se muere habitualmente para tomarse con tanta calma la situación como si tuviese ya oficio en esto de moribundear? Como decía, el peor Happy End que puedo recordar en años.