Que sobre el final de la película pueda quedar la impresión que todo lo ocurrido a lo largo de ella, no es más que el fruto de la imaginación del personaje principal, plasmado en una novela, puede llevar a la confusión de pensar que "El Ciudadano Ilustre" es una mera construcción lúdica formal, cuyo contenido ha estado al servicio de un juego estético con satisfactorio resultado.
Soslayar la historia "en sí", el derrotero de sus personajes, el conflicto antropológico-social y sociológico que se nos presenta, limita y empobrece la interpretación de una película tan importante por lo que cuenta como por cómo lo cuenta.

Lo primero con que nos encontramos de frente a los hechos, es el contraste entre un sujeto cosmopolita, habitante de una gran ciudad del mundo, quien a pesar de su orígen pueblerino ha ido complejizando culturalmente su ser, frente a quienes encarnan a ese caracteristico "proto fascista pueblerino reaccionario", quedado en el atavismo de vínculos irrenunciables entre personas atrapadas en un marco geográfico limitado, rural, campesino, donde el tiempo pasa y no pasa, simultáneamente, y se refleja en los objetos más que en las formas de relación.
Sumado a ello, aquel sujeto es un artista galardonado al máximo nivel, con conceptos críticos sobre el arte -en general- y la literatura -en particular-, pero carente de dotes de educador, tan infeliz y neurótico como autosuficiente, que no consigue "sintonizar" con el nivel semántico de lenguaje de la mayoría de los habitantes de su pueblo natal. Ergo, un conflicto comunicacional que, como no podía ser de otra manera, desata una sucesión de malos entendidos que llevan a una escalada de tensión de final impredecible.

Asimismo, amparado en su dimensión de figura internacional, poco empático y escasamente simpático, alguien que no repara en la dimensión "política" de su demorada visita, ni en las ambiguas motivaciones de quienes lo han invitado. Y si bien sin intención de sacudir las estructuras al punto de romperlas, expresándose en ciertas situaciones de un modo que, aunque resulta tolerable entre seres urbanos con permanente ejercicio de disenso, torna en automáticamente incomprendido o rechazado por anfitriones que no consiguen diferenciar la dimensión ficticia del creador que les ha tomado de referencia para su obra, de las historias singulares de personas reales con las que estos han seguido conviviendo, más allá de la lejana partida de "su hijo pródigo".

A mi humilde entender, no es menos relevante "qué se cuenta" en esta historia, que "cómo se lo cuenta", aunque no por ello se debe desconocer que en el hecho artístico, la dialéctica entre forma y contenido es lo que lleva al resultado final. Y en este caso, muy bueno.

En síntesis: una compleja película sobre la condición humana y sus arduas relaciones. Altamente recomendable.