La iglesia en general, protestantes, católicos etc... se ha pasado siglos previniendo, asustando, amenazando y adoctrinando a la humanidad diciéndoles que si no hacían lo que ellos querían acabarían todos en el infierno donde el demonio se encargaría de sus almas, pero cuando fue el infierno el que llegó a la tierra y el demonio el que asomó su cola, la primera en esconder su cabeza en el agujero y temblar de miedo como un corderito asustado fue la mismísima iglesia.
Me parece bien que un director se decida a mostrarnos lo que mucha gente no quiere ver ni siquiera hoy en día, que la iglesia es la institución más hipócrita de la historia y que por suerte cada vez posee menos peso en la política y en la sociedad moderna.
Cuando la humanidad más les necesitaba y millones de almas eran asesinadas, ellos solo pensaban en sus preciados intereses y estatus, hoy en día sin ningún tipo de vergüenza ante su bochornosa cobardía todavía se atreven a opinar sobre la vida, la muerte o la orientación sexual de las personas.
Me gusta la sobriedad y la falta de pretensiones emocionales que posee esta película, aproximándose muy bien a los hechos reales, sin menospreciar el dramatismo y la llamada a las emociones que toda obra necesita encender en el espectador. Costa-Gavras consigue mucha más emoción y horror con el plano de un ojo asomándose por la mirilla de una puerta, que muchos otros directores enseñando masacres y explosiones.
De ese modo el aspecto de telefilm que posee la película se va disipando poco a poco, gracias al talento de su director y de sus actores, por cierto Ulrich Mühe está soberbio como medico de las SS, me río de Hans Landa.