Las críticas alaban a este remake (del que admito que no he visto las dos anteriores) dirigido (en su debut) y protagonizado por Bradley Cooper (actor que merece más), junto a una sorprendente Lady Gaga.

Ha sido un rotundo éxito de taquilla y ya hablan de nominaciones a los Oscars.

¿Es para tanto la película? Pues un rotundo no.

Por un lado, tenemos la mencionada dirección de Cooper, con un estilo independiente y cercano, con primeros planos de los personajes y todo bastante íntimo. Para ser la primera vez, nada mal, la verdad. En cuanto al guion, no puedo valorarlo como obra original, y más sin haber visto las dos anteriores, pero cumple muchos tópicos del cine de éxito precipitado y del (tormentoso) ascenso a la fama. No obstante, está logrado, gracias a algunos diálogos y momentos bastante conseguidos. Eso sí, el montaje es algo caótico y la primera mitad de la cinta es mejor que la segunda.

En cuanto al reparto, tenemos a un excelente Bradley Cooper, con un personaje difícil y lleno de matices. Como ya digo, este hombre está infravalorado. En cuanto a Lady Gaga, una sorpresa, porque no es un caso sangrante como el de otros comañer@s de profesión, sino que demuestra ( con creces) que también es actriz. Fabulosa. No me chirriaría nada que ambos fuesen nominados al Oscar. Mención especial también para unos convincentes Andrew Dice Clay (Ford Fairlane para los amigos) o Sam Elliott.

En cuanto a la banda sonora, hay algunas canciones más logradas que otras, pero todo bastante correcto.

En conclusión, una película correcta, con un mensaje que invita a reflexión (sobre el precio de la fama), pero que creo que ha sido bastante sobrevalorada (como suele pasar con la crítica). Interesante y entretenida, aunque le sobren unos minutos. Sin lugar a dudas, estamos ante un drama romántico y melancólico, una película dura y, quizás, difícil de digerir.

Se agradece la intención, Bradley.

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