Recuerdo con nostalgia los libros de Pesadillas, cortesía de R.L Stine, y que formaron parte de mi infancia, siendo curioso que hoy en día sigan dando de qué hablar, aunque sea con productos más que cuestionables, por aquello de vivir de las rentas. Y es que a veces es mejor dejar morir al pasado, como nos recordó el maravilloso desenlace de Toy Story 3, mancillado por el de la cuarta parte… pero no estamos aquí para hablar de eso, leñe.

El caso es que todo lo relacionado con Pesadillas ha envejecido fatal, desde los libros (que lo sé porque me he releído un par hace poco, y tela…), la serie de los 90, que también revisioné hace un par de años, y no me arranqué los ojos de milagro, o las recientes películas, con una secuela que no recuerda nadie, aunque no negaré que la primera entrega, protagonizada por el siempre hilarante Jack Black, era ciertamente simpática. Algo es algo.

Pero eh, la nostalgia sigue ahí, puñetera como ella sola, y en Disney lo saben, y de ahí la existencia de una nueva serie que ya os adelanto que es el peor producto parido relacionado con los libros originales, y mira que el listón no estaba demasiado alto, pero lo que han orquestado aquí es una patochada digna de los tiempos que corren, siendo un insulto para los fans de la marca, si es que todavía sigue alguno en pie.

Y bueno, toca ser sinceros... No he pasado del tercer episodio, básicamente porque no podía más y no quería hacerme más daño, estupefacto ante lo que han hecho, y lamentando haber perdido mi tiempo en unos capítulos que van de mal en peor, confirmando que esto no ha sido buena idea. Es más, debería registrarse en los libros de historia como el sumun de las pésimas ideas.


Y es que han cogido el título de Pesadillas, han presentado cuatro elementos que nos recuerden a los libros, y han diseñado una serie para adolescentes, lo que hoy en día se conoce como generación tiktoker, donde los personajes dicen todo el rato ‘Bro’ y se comportan como los imbéciles que son, unos insufribles imberbes que estamos deseado que caigan uno a uno, pero sin que la serie satisfaga nuestros deseos más oscuros, porque claro, como se supone que este bodrio es un producto familiar, pues ni eso nos dan.

Y si necesitáis más pistas de las terribles intenciones de los responsables de este aborto, uno de los actores protagonistas es influencer. Es que ya ni se esconden, buscando desesperadamente captar al público juvenil, ese que no ha leído un libro de Pesadillas en su mísera vida, y oye, si también cae algún nostálgico idiota como el que leéis, pues eso que se llevan, pero dudo que ni un ser humano nacido a finales de los 80 o principios de los 90 (también conocido como millenials), pase del primer episodio, porque esto tiene de Pesadillas lo que yo de Jason Momoa.

Con sólo deciros que desaprovechan de la forma más vil posible la historia de ‘El cuco maldito’, tirando por tierra la posibilidad de hacer un gran episodio de bucles temporales, y conformándose con ser un episodio malo, en concordancia con el resto, pues os lo digo todo. Eso es lo que hacen, cogen novelas y presentan el elemento amenazante en cada capítulo, pero de la forma más torpe posible, y con unas resoluciones a las que el término perezoso se le queda muy corto.

Y yendo con los actores, repito, actores, no de influencers intrusivos, que a la que te descuides se cuelan en tu bol se cereales y ya te han amargado día, ninguno atrapa, notándose que algunos de ellos lo intentan, y me refiero a los veteranos, pero si el guion que te dan es una basura, ni el jodido Marlon Brando te lo salva.

Eso sí, hay uno que destaca de entre todos ellos, y ese es mi querido Justin Long, asiduo al género del terror, y que en esta ocasión tendría que haber huido long long away. No me juzguéis, los chistes de la serie son peores. Justin, tío, tú vales mucho más que esta porquería, siendo lo mejor de la serie con diferencia. Qué demonios, lo único potable y rescatable de este infierno, siendo el único consciente del producto en el que está, y pasándoselo en grande cuando le dejan, siendo una lástima ver cómo le desaprovechen de la forma más vil y banal posible, en un recurso que hemos visto mil veces, y que nos confirma que su personaje se merecía un actor menos bueno.

En conclusión, otro traspiés de Disney Plus, siendo un bofetón a los pocos fans que queden de las creaciones de R.L. Stine, un escritor que ve como su obra es mancillada de la peor forma posible mientras cuenta los billetes que le habrán pagado por vender su alma el diablo, o, dicho de otra forma, al ratón Mickey.

Los libros han quedado arcaicos, la serie de los 90 ni te cuento, y las películas hicieron lo que pudieron, pero que esta serie se lleve la palma como el peor producto de la franquicia, es un giro dramático de los acontecimientos que no vimos venir. Si sois fans de la obra original, huid, y si no es el caso, huid también, por vuestra salud mental, porque ya es tarde para mí, y eso que sólo he padecido tres episodios, pero está claro que esta aberración ha hecho honor a su título y me va a provocar pesadillas durante una buena temporada. En fin... Putos tik tokers...

Más críticas: Javi McClane (Youtube)