Tenía ganas de ver el nuevo proyecto como director de Paco Cabezas, responsable de la fallida Carne de Neón (también con Casas) o la olvidable Tokarev (esta con Nicolas Cage). Lo sé, no soy muy fan de su cine (creo que el problema son las decisiones argumentales), pero me gusta como dirige. La película que nos ocupa está protagonizada por Mario Casas, Natalia de Molina o Ruth Díaz, y nos presenta un thriller de venganza con Sevilla como telón de fondo.

La película no hizo prácticamente nada de ruido en su estreno, siendo directamente un fracaso, además de tener unas críticas bastante tibias. Una vez vista puedo confirmar que estamos ante un correcto y efectivo thriller, muy superior a otros más aplaudidos y que, a pesar de algunas decisiones cuestionables, se deja ver y cumple su cometido a la perfección.

La dirección de Cabezas vuelve a ser solvente y por encima de la media, con algunos momentos más que inspirados (atención a la persecución a pie por las calles de Sevilla). Cierto es que tampoco estamos ante un thriller a la altura de otros recientes y más logrados, pero tampoco tiene nada que envidiarle a Tarde para la ira (ganadora hace un par de años del Goya a mejor película), por ejemplo. A destacar que las casi dos horas de metraje no se hacen pesadas, a pesar de haber bastantes pausas que rompen un poco el ritmo de la cinta.

En cuanto al guion, también cortesía de Cabezas junto a otros dos compañeros, no es nada original ni reinventa la pólvora, pero como historia de venganza no está nada mal, aunque algunos giro se ven de lejos y realmente no estamos ante nada que no hayamos visto antes. Quizás les falte algo de garra los personajes, pero claro, estamos ante un drama, por lo que nadie espere diálogos con gracia y guasa, aunque estemos realmente ante una película de mafiosos. Tampoco podemos obviar que hay ciertas incongruencias en el libreto, sobre todo en su parte final, pero esas cuestionables decisiones tampoco arruinar la experiencia final.

En el reparto tenemos a unos intensos y entregados Mario Casas y Natalia de Molina, el primero demostrando que cuando quiere puede dar la talla sin problemas y la segunda en un papel nada fácil y del que sale airosa (y por el que, por cierto, fue justamente nominada al Goya). También hacen acto de presencia la ascendente Ruth Díaz y un comedido Carlos Bardem, ambos más que convincentes en sus respectivos personajes. Mención especial para el siempre eficiente Vicente Romero, que la verdad es que aparece menos minutos de los deseados y está bastante desaprovechado, cuando es el personaje con más chispa del conjunto.

En conclusión, no estamos ante ninguna maravilla, pero sí ante una de las mejores películas españolas del año pasado (que por cierto, fue un año pésimo en cuanto a calidad), siendo injustamente ignorada por el público (que prefirió decantare por las comedias de siempre) y que tampoco será recordada como algo memorable, pero que cumple como thriller de venganza, gracias al correcto funcionamiento de todos sus elementos. Da lo que promete, ni más ni menos. Esperando la próxima producción del señor Cabezas.

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