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Voto de Gabi Oldman:
7
Western. Drama Jay (Kodi Smit-McPhee) es un joven aristócrata escocés que, en pleno siglo XIX, llega al viejo Oeste americano para emprender un viaje que le permita reunirse con la mujer que ama. En el camino se cruza con un misterioso y tramposo forajido (Michael Fassbender), que se ofrece a acompañarle en su aventura. (FILMAFFINITY)
14 de febrero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay nada como admitir la muerte de un género para que éste resurja de la mejor forma posible. Si hace unas semanas se hablaba de una renovación con carácter clásico con la cinta de Tommy Lee Jones Deuda de honor, en esta ocasión el debutante John Maclean escribe y dirige un western atípico que combina de manera inteligente e innovadora los elementos típicos del género con construcciones más modernas que en un principio podrían chocar.

La historia gira en torno a un joven escocés, Kodi Smit-McPhee, visto en The Road (John Hillcot, 2009) o El amanecer del planeta de los simios (Matt Reeves, 2014), que viaja por el oeste norteamericano con la intención de reencontrarse con su amor, la debutante en la gran pantalla Caren Pistorius quien se refugia junto a su padre, Rory McCann, más conocido como “El Perro” en Juego de Tronos, en una cabaña por haberle puesto precio a su cabeza.

A partir de ahí, y junto a un llanero solitario interpretado por uno de los mejores actores del momento, Michael Fassbender, iniciará un viaje marcado por la codicia y la supervivencia en una época donde la vida valía muy poco y se traficaba con el precio de la muerte, fuese de quien fuese. A éstos se les une una misteriosa figura, también típica del oeste, en forma de Ben Mendelsohn, visto recientemente en Lost River (Ryan Gosling, 2014) que se mete en la piel de un forajido sin escrúpulos.

Una historia que por cruda se nos narra de manera amable y sin recurrir al drama fácil, con toques de imaginación y dosis de humor negro que no desentonan ni quitan seriedad al film. También incluye elementos de suspense introducidos de forma original, sin ningún efectismo y tratando al espectador con respeto. Durante la mayor parte del metraje, los primeros cincuenta minutos, la película fluye lentamente haciendo honor al título mientras se nos narra de forma solemne, mediante flashbacks bien introducidos y sin excesos.

Pero es en el segundo acto donde la película consigue su mayor fuerza, en un momento que, sin llegar a romper el ritmo, se acelera hacia su final, pero manteniendo el estilo, sutil y calmado. Aquí, la influencia de los clásicos del western es donde más queda en evidencia, escenas crudamente violentas que sin embargo tienden más a lo poético gracias a los movimientos de cámara y los planos generales.
Gabi Oldman
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