Ha pasado un año nada menos de los espantosos asesinatos en los que estuvieron involucrados los jóvenes estudiantes Cindy Campbell, Brenda y Shorty Meeks y Ray Wilkins, pero ahora únicamente intentan vivir su vida y olvidar aquella tragedia (¿pero los tres últimos...no habían muerto?).
¿Y qué mejor que unas buenas vacaciones para olvidar?

Así, el afable Tim Curry, junto con su asistente Dwight, elegirán a Cindy, sus amigos y tres normales y corrientes adolescentes más como conejillos de indias para un experimento paranormal de dudosas finalidades en la terrible mansión de Hell House, propiedad del fallecido Hugh Kane, donde anteriormente una adolescente quedó poseída por el espíritu de éste (en lo que fue uno de los exorcismos más descabellados jamás vistos).
Los romances, las hormonas, los extraños acontecimientos, un mayordomo un tanto repulsivo y un grosero loro parlante no les privarán en absoluto de pasárselo de miedo en esta increíble aventura donde tendrán que ponerse a prueba y zurrar a espíritus maléficos, muñecos endemoniados, plantas fumadoras, hombres invisibles y esqueletos con muy mala uva para descubrir qué coño pasa en la puñetera mansión, antes de que lleguen los créditos finales y alguien vuelva a ser atropellado como en la película anterior.
Toda esta conjunción de hechos sin sentido sólo puede significar una cosa: que los Wayans han vuelto y están listos para el ataque.

Los incorregibles hermanos consiguieron a comienzos de siglo relanzar de algún modo el género de la parodia con "Scary Movie", gracias a su humor absurdo, escatológico e irreverente, llegando a embolsarse casi 280 millones (unas quince veces más de lo que costó), todo ello haciendo mofa y befa de infinidad de "slashers" y conocidas películas de asesinos en serie usando como base la de "Scream". Seamos sinceros, aquella no era precisamente una joya cinematográfica, pero sí una película divertida al fin y al cabo, por muy estúpida y desagradable que fuera...
Si en la anterior era el terror de corte "slasher" de lo que se reían, esta vez los Wayans, junto a otros cuatro guionistas, se centran en parodiar, y con muy mala sombra, todo el género de terror sobrenatural y los films de casas encantadas. Esta es una de las mejores cosas que tienen estas películas, descubrir de qué hacen farsa, y es fácil apreciar la huella de clásicos como "El Exorcista", "Al Final de la Escalera", "El Gato Negro", "Poltergeist" y de las más modernas "It" y "El Hombre sin Sombra", riéndose hasta de "Los Ángeles de Charlie" y usando como base "La Leyenda de la Casa del Infierno", "House on Haunted Hill", y su "remake", y "La Mansión Encantada", y su "remake" (compartiendo entre ellas, por cierto, una premisa clavadita).

Bueno, aunque el presupuesto aumente y con él el espectáculo al que los Wayans dan rienda suelta en pantalla, no quiere decir tampoco que estemos ante una maravilla, la verdad. La primera es la primera y estaba bien, dentro de lo que era su propuesta, pero esta segunda baja mucho el nivel, siendo el humor absurdo demasiado absurdo y el punto escatológico ya vomitivo en más de una ocasión. Los chistes y "gags" son tan zafios como en la anterior (o inluso más), enfocados sobre todo a una audiencia adolescente sin muchas neuronas ni preocupación de si aquello que les va a hacer reír es más o menos ingenioso, el caso es que sirva para soltar alguna que otra sonora carcajada, ya sea asqueroso, obsceno o simplemente ridículo. Aunque bueno, pese a todo esto hay que admitir que quedan también momentos realmente hilarantes como el comienzo, sacado de "El Exorcista" y con un James Woods en su salsa (y pensar que por poco lo hace Marlon Brando...), la parodia del anuncio de las Nike, la de "It", y la mejor sin duda: la épica carrera entre Dwight y el fantasma en las sillas de ruedas.
Anna Faris, Regina Hall y Marlon y Shawn Wayans no se salen del cuadro con respecto a sus cafres personajes, lo mismo que el que fuera el Francis de "Malcolm in the Middle", Chris Masterson, Tim Curry y Kathleen Robertson, que aparte de su delantera poco más puede ofrecer. El mejor es ese David Cross encarnando al asistente paralítico Dwight, quien con su forma de hablar y su particular corte de pelo hace que te partas de risa.

La última en la que los Wayans estuvieron involucrados capaz de quedarse con un aprobado raspado, y eso siendo muy generoso, cosa que no lograría ninguna de las posteriores entregas. A partir de aquí la saga de las "Scary Movie" iría cuesta abajo y sin frenos por el camino de la más irremediable mediocridad.
El resultado en taquilla lo dice todo: doblando el presupuesto de la primera y recaudando la mitad...mala señal.