Y de nuevo me sumergí en esta saga que empezó como un sencillo drama de policías y ladrones con super coches "tuneados" (o personalizados para los "exquisitos") de por medio, y que ocho entregas después se ha convertido en algo que la verdad, nadie de sus productores originales hubiese podido imaginarse.

Es cierto que cuando uno acude a ver una nueva secuela debe tener muy claro lo que va a encontrar y a lo que se va a topar, si ya ha visto todas las disparatadas (aunque muy entretenidas eso si hay que reconocerlo) películas anteriores. Pero el nivel de ridiculez es tan "pasado de vueltas" y tan inverosímil, que llega un punto en que ya tratar de darle lógica o sentido a la historia es una labor, además de difícil completamente innecesaria. Es solo dejarse llevar por el delirante viaje (sin retorno) de la familia Toretto a toda velocidad por salvar (de nuevo) el mundo.

En el reparto vuelven rostros conocidos, llegan otros nuevos e incluso hay personajes que "resucitan" (y no, no es Paul Walker) para que la diversión y la acción imposible continué sin ningún problema. Si hay algo que me llama la atención es la increíble forma en que John Cena asume su rol con tanta, pero tanta seriedad (no se si fue a propósito) que es inevitable soltar como mínimo una pequeña sonrisa.

De lo demás pues el show destructivo (y a gran escala) "marca de la casa" y que tanto aman los fanáticos de la franquicia, está más que garantizado como siempre. Vamos que por esto pagamos la entrada y se puede decir que cumple muy bien en ese aspecto (de nuevo).

Eso si, insisto que aquellos que busquen lógica, sentido, realismo o que como mínimo se "respeten" las principios básicos de la física o al menos se tome en cuenta la ley de la gravedad, como dirían por ahí "Perded toda esperanza".

Yo al tratarse de esta saga "Fast & Furious" no "me muero de las iras", disfruto, hago y repito lo mismo que cierto personaje de caricatura: Qué mas da, "Yo no estudie leyes".