Decir que nunca antes había visto una película de terror, menos todavía gore, israelita no es algo que deba extrañar a nadie. Decir que me ha sorprendido por su buena factura, tampoco. Hace ya mucho tiempo que el cine israelita nos regalas muy buenas películas. Esta especie de terror con tintes de comedia (sobre todo en la parte del comienzo, en la que los actores parecen sacados de alguna comedia italiana de los 70) se va, poco a poco, convirtiendo en una gore tipo Shaw. Los directores saben mantener la tensión y hacer que la película fluya ante el interés del espectador hasta que, de repente, todo se revela a éste mucho antes de lo que debiera. Y ahí su gran talón de Aquiles: sabemos qué va a pasar, lo intuimos mucho antes del final. Y eso merma el interés y hace que la película parezca ya vista. No obstante, interesante terror hebreo, sin duda.