Una mezcla sin sentido, en algunos momentos, delirante. Esos son los que salvan un poco esta película que quiere ser cine negro, acción, comedia, casi terror... Son los momentos cómicos los que mejor le salen al director. Se apoya en exceso en unos protagonistas aún sin hacer o ya demasiado hechos (ay, Solá), una historia que no se puede sostener porque es mentirosa, unos giros tan absurdos como recurrentes y un final made in América muy en la línea de intentar dar sorpresas al espectador incluso cuando está saliendo por la puerta del cine. Un poco de mesura no le habría venido mal, además de controlar un poco la información que le llega al espectador, con un guión tan mentiroso que a veces da vergüenza ajena... En la parte positiva: entretiene, tiene un cierto aire fresco muy agradable y el metraje es ajustado. Poco a poco, Gonzalo Bendala, no hace falta tocar todos los géneros en la primera película, hombre...