Progress (Progreso) es un pueblo del oeste a donde ya han llegado los automóviles, los sanitarios, las redes eléctricas, los teléfonos de tubo… pero, donde los bandidos y los políticos, siguen pareciéndose mucho a los de antes y a los de ahora. Quizás, la única diferencia es que antes se respetaba la palabra y se le daba tanta importancia como a una letra o un contrato firmado… pero ahora, el honor y la dignidad han entrado en bastante desuso.

El alguacil de Progress, acaba de ser enterado -por parte de su viejo y leal amigo, Grundy-, de que, una docena de hombres, entre los que se encuentra ‘Big’ John McKay –célebre asaltante de trenes-, se encuentran en las llanuras en dirección a la ciudad. Presintiendo que, el propósito de la visita de dicha banda es asaltar el tren que llegará el sábado con una fuerte suma de dinero para el banco, Flagg -el alguacil- solicita ayuda al alcalde de la localidad… pero como el típico y rancio político, a Randolph Wilker le interesa más su posible próxima reelección, que difundir una mala noticia que podría empañar su campaña, así que decide… bueno, ¡ya ustedes lo verán!... y en todo lo que pasará en adelante, quizás recuerden a esa suerte de especímenes que nadan en casi todos los ríos sociales.

Plantado con un certero aire de sarcasmo y de comedia, el guion escrito por Ronald M. Cohen y Dennis Shryack, está dotado de sensibles apuntes que demuestran cómo el progreso material no siempre va de la mano del progreso socio-político que es el que conduce a la civilización y a la dignificación a una comunidad.

La experiencia que tendrá, James Flagg (el alguacil), tras haber cumplido 20 años en su muy digna labor, dejará en su alma una huella imborrable… y tras probarse a sí mismo que sigue siendo un hombre útil a la sociedad, ya se verá si consigue que, el nuevo comisario, aprenda -como él- a distinguir con claridad a los Buenos de los Malos.

El reparto está encabezado por, Robert Mitchum, George Kennedy, David Carradine y Tina Louise, pero, para mi gusto, Martin Balsam es el alma de ésta comedia, pues, como el alcalde, consigue un personaje con toda la ironía, el desparpajo, el oportunismo y la falta de escrúpulos ¡tan, pero tan comunes en el zoológico político!... y también de resaltar la labor de, Douglas Fowley (1911-1998), actor con 337 créditos entre cine y televisión, quien, como el viejo Grundy, da ejemplo de lealtad y compromiso con la justicia.

Considero que el director, Burt Kennedy, tiene aquí otro afortunado western.

Título para Latinoamérica: <<LOS BUENOS Y LOS MALOS>>