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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Intriga Mientras se encuentran de "viaje turístico" en Copenhague, Boris Kusenov, su esposa e hija, de origen ruso, deciden buscar ayuda de la embajada estadounidense para exiliarse en este país. Sabido que Kusenov es un alto oficial ruso, los servicios de inteligencia le cobrarán, luego, el favor haciéndole confesar todo lo que sabe acerca de unos supuestos misiles de la Unión Soviética en Cuba y sobre el significado de la palabra Topaz en ... [+]
12 de abril de 2015
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el mes de Octubre de 1962, los EEUU comprobaron -mediante pruebas fotográficas- que, la Unión Soviética, había instalado unas bases con misiles en Cuba capaces de enviar bombas nucleares a una distancia de mil millas dentro de los EEUU. El gobierno norteamericano amenazó entonces con invadir a Cuba y la URSS respondió que, si lo hacían, tendría lugar una guerra nuclear. La instalación de los misiles fue un acto de protección a Cuba, porque, desde el triunfo de la revolución en 1959, el gobierno de Eisenhower, venía trazando incesantes planes para derrocar al régimen popular que había acabado con la infame dictadura de Batista. Bloqueo económico, filtración de espías, sabotajes, conspiraciones para asesinar a los líderes Fidel y el “Che” Guevara… fueron el común denominador durante los años que siguieron a la revolución cubana.

Tras la aplastante derrota (en sólo 72 horas) infringida al gobierno estadounidense durante el desembarco -alentado por la CIA- en Bahía de Cochinos, el nuevo presidente, John F: Kennedy, dio luz verde a otro tétrico plan de invasión, denominado Operación Mangosta, el cual comenzaría con una provocación militar en la base de Guantánamo. Pero el plan fue detectado por los espías rusos… y es entonces cuando, el presidente Nikita Jrushchov, propone a Cuba la instalación de sus bases.

Esto es la historia. Y es en este suceso que se basó el escritor estadounidense, Leon Uris, para escribir su novela, “Topaz” (1967), la cual inicia con la huida (no deserción) de un alto oficial de la KGB, junto a su esposa e hija, actitud que asume tan solo porque ha visto en peligro su vida, pero sin disposición alguna de traicionar a su tierra natal a la que ama. De hecho, ante el afán de los estadounidenses de cobrarle el favor, sacándole todo cuanto sepa sobre la instalación de misiles en Cuba y sobre una extraña palabra, Topaz, de la que han oído últimamente, el oficial Boris Kusenov, les dará tan racionada su información, que, el agente Michael Nordstrom, se verá abocado a contratar a su amigo francés, André Devereaux, para que asuma la investigación con lo poco que hasta ahora tienen.

En manos del director, Alfred Hitchcock, esta novela se ha convertido en un filme que interesa por el buen manejo de la trama –aporte de Uris-, pero cinematográfica e ideológicamente, se le notan unas cuantas humedades. La primera, en la escena de la huida de Kusenov y familia, en la que Hitchcock resuelve la salida del museo en Copenhague y la subida al automóvil, de una manera burda y penosamente ingenua. Después, ese bobo cuento de, absolutamente todos los cubanos con barba ¡en 1962!, para preservar el término “barbudos” con que la prensa de derecha se refería a ellos, peyorativamente, durante su lucha guerrillera.

Y la historia, bien que se empantana cuando, por su larga deuda, el director asume la tendenciosa y falsa posición, de ilustrar a Cuba como una nación cruel y a la Unión Soviética como un peligro para los Estados Unidos y el mundo, cuando los agresores venían siendo estos. Es decir que, “TOPAZ” queda, históricamente, como otro de los muchísimos actos de burda propaganda que se realizaran al servicio de La Guerra Fría. ¿Cómo logró hacerse el director con el inserto de los líderes cubanos a punto de dirigirse a las masas? No encuentro la respuesta.

Para rescatar, la actuación de John Vernon como el militar Rico Parra; la de Roscoe Lee Browne recreando al astuto florista Dubois; y la de la siempre sensual, Karin Dor, como Juanita de Córdoba.
Luis Guillermo Cardona
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