En ocasiones, a Hollywood le da harta dificultad romper esquemas y hasta llega uno a pensar en la pereza (¿o incompetencia?) mental de sus guionistas y realizadores, quienes en vez de esmerarse por romper y renovar los viejos paradigmas, de la manera más facilista -y ateniéndose a viejos y positivos resultados económicos- se dedican a repetir y repetir viejos moldes, sin aportar mayor cosa.

“MENTES PELIGROSAS” está basada en el interesante libro que, de sus muchas vivencias como profesora, escribió en 1992, la exmarine-comunicadora, psicóloga y magister en inglés LouAnne Johnson. Ella tituló su obra “Mi pelotón no hace los deberes” y centró la historia en su labor en la escuela Parkmount, donde trabajó con muchachos de muy bajo rendimiento, nula disciplina, y tendencias de alto riesgo. Su efectiva labor pedagógica y los logros alcanzados con estos muchachos, están plasmados en aquel libro que fue un éxito en las librerías y pronto motivó el interés de los productores Simpson y Bruckheimer, quienes lo dieron a Ronald Bass (“Rain Man”) para que lo transformara en un guión. Como es usual, dentro del contrato “se concede el derecho a modificar los hechos por conveniencias dramáticas, interpretativas, locativas, etc. etc.” Y así, al ver el filme terminado, la escritora exclamó compungida:”Mi libro describe hechos reales y estudiantes reales. Puedo resultar parcializada, pero creo que mi libro es mejor que la película”.

Y yo creo que tiene razón, porque obedeciendo a lo que comentábamos arriba, Bass el guionista tomó sin duda – ¡otra vez! - el esquema del viejo filme de Richard Brooks “Semilla de maldad” y se dedicó a modificar cuanto pudo del libro para acomodarlo a este modelo. Sus aportes fueron: leer e interpretar los textos de las canciones de Bob Dylan –que para el libro es “El mercader de Venecia” de W. Shakespeare-, cambiar el destino del alumno Emilio Ramírez… y modificar el título, lo que motivó que los editores también cambiaran el del libro en sus posteriores ediciones.

Como historia escolar, “MENTES PELIGROSAS” aporta la constancia de una profesora quien, tras pretender enseñar (infructuosamente) con sus intereses personales, entiende que se trata de conectarse con las cosas que interesan a sus alumnos para poder acceder a lo que es propio de su generación y no a la inversa. Así, y sin perder su horizonte de enseñarles a hablar bien el inglés y conseguir que miren al futuro con optimismo y esperanza, ella va granjeándose su afecto y ese respeto que solo se consigue con dedicación y compromiso.

Peligrosa la excesiva transferencia emocional que la profesora asume con algunos de sus chicos, pero preferible a la total indiferencia de tantísimos docentes. Como en todo, el punto medio sería el ideal.

Queda decir que, Michelle Pfeiffer, mantiene una presencia encantadora, con demasiada coquetería, pero con una vocación como la que deberían poseer, todos y cada uno de aquellos que se dedican a la enseñanza. Las escenas de su relación afectiva con Andy García, de seguro se cortaron para que la cosa no quedara como un exacto remake del filme de Brooks.