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Voto de Luis Guillermo Cardona:
3
Musical. Comedia. Romance El fotógrafo de una importante y conocida revista de moda busca una modelo que se salga de lo habitual. La casualidad lo lleva a una librería parisina donde, inesperadamente, descubre a una joven y tímida dependienta que reúne todas las cualidades que buscaba. Decide, entonces, convertirla en la mejor modelo de París. (FILMAFFINITY)
15 de enero de 2013
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jamás imaginé que iba a decir lo que tengo que decir, de una película con esa súpermujer, Audrey Hepburn, que me ha dado tantos maravillosos momentos cinematográficos. Me basta con traer al recuerdo “Vacaciones en Roma”, “Sabrina” o “Ariane”, y ya tengo tres historias que vivirán para siempre entre mis más bellos y dulces recuerdos. Y como ser humano, Audrey solo inspira respeto y admiración, pero como aquella otra grandiosa actriz que también llevaba su apellido -Katharine Hepburn-, tampoco su carrera estuvo exenta de uno que otro resbalón, que parecen necesarios para afinar los pies en tierra.

“UNA CARA CON ÁNGEL” fue realizada en 1957, tiempo aquel en que la rebeldía juvenil comenzaba a tomar espacio en su marcada inconformidad contra la hipocresía adulta y en su profundo rechazo a los convencionalismos sociales que relegaban a la mujer y la sometían a los caprichos masculinos. Como respaldo a estos vientos de cambio, una serie de valiosos escritores conocida como la Generación Beat, que incluía al poeta Allen Ginsberg, el cantante Bob Dylan, el también poeta Gregory Corso, el novelista William Burroughs, y el escritor Jack Kerouac (“En el camino”), entre otros, atizaron con sus producciones la insatisfacción social y promulgaron el derecho al reencuentro con la libertad de pensamiento que tanto anhelaba la juventud de entonces y de siempre.

Y mientras la sociedad avanzaba, la película de Stanley Donen surge deplorablemente como una réplica contra este cambio indefectible, pero por fortuna es tan sosa, tan mal escrita, tan excesivamente cantada y tan aburridamente metida en el frívolo, prostituido y algún día decadente mundo del modelaje, que solo es posible que pueda calar entre los incondicionales de Astaire o de la Hepburn, o entre los críticos anclados en el medioevo.

Las “sustentaciones” del filme son del más puro rezago ideológico: 1. La sociedad francesa (tuvieron reservas para señalar a la juventud americana porque la taquilla podía irse al traste y por eso se inventaron el viaje a París) resulta ridícula teniendo hombres que dejan que las mujeres paguen la cuenta en un bar y teniendo mujeres que sacan a los hombres a bailar. 2. El mundo del modelaje es más moral y digno que el ambiente filosófico e intelectual. 3. Un hombre maduro es siempre mejor que un hombre de tu misma edad. 4. Lo que cantan los jóvenes de hoy es grotesco y fatalista… Y lo peor de todo, es que la manera de ilustrarlo es de una pobreza tan rampante, que me trae de nuevo a la memoria al triste “Un rey en Nueva York” del recordado Charles Chaplin, amén de que Astaire luce físicamente tan desencajado como pareja de la juvenil Audrey, que para poder aceptar ese amor a primera vista, hay que cerrar los ojos y creer que todo es posible en este mundo.

Y lo peor de todo, es que hay canciones… y canciones… y más canciones… algunas bastante aburridas y con muy pocas coreografías que nos levanten el ánimo: La de Astaire con capote y espada y “Clap yo' hands” que él mismo hace a dúo con la estupenda Kay Thompson en casa del profesor Flostre, podrían ser las mejores… y bueno, fue ocasión de volver a ver a la adorable Audrey Hepburn, y eso solo justifica cualquier filme. Ahí están los tres puntos que se merece.

Título para Latinoamérica: “LA CENICIENTA EN PARÍS”
Luis Guillermo Cardona
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