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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Cine negro Joe es un detective de policía que vive acuciado por las deudas. Cuando descubre el lucrativo negocio de un traficante de drogas, se las arregla para averiguar donde guarda el dinero con el fin de robárselo y poner fin a sus problemas económicos. (FILMAFFINITY)
1 de junio de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue en la película de Stanley Kubrick, “The Killing” (1956), que por primera vez conocí el nombre de Lionel White, y la verdad, es que quedé a gusto con esa historia que, tomada de su libro “Clean Break”, nos habla del último golpe que planea dar un curtido delincuente -eligiendo los recaudos de un hipódromo como su objetivo-, junto a un grupo de hombres bastante particular. Desde entonces, el nombre de White comenzó a sonarles también a otros directores, y en los años 1960, varios de sus otros libros fueron también adaptados al cine.

A White le gustaba mucho hablar de la corrupción política, de la falsa moral de la gente en las altas esferas... y también, de la blandengue ética de las instituciones policiales. Sobre estos temas, hace referencia en su libro “The Money Trap” (1963), en el cual, dos policías que investigan el asesinato de un hombre -cometido por un “insigne” médico que lo sorprendió robando en su casa-, al darse cuenta de que hay una gran suma en ese maloliente nicho (entre medio y un millón de dólares), comienzan a pensar en la difícil vida que llevan como policías, en las carencias que ahora tienen… y en las muchas cosas que podrían comprar con esa suma, y entonces comienzan a cranear como hacerse con el botín.

Lo interesante de esta historia, es el estudio que se hace de ciertas razones que van impulsando el mecanismo de la ambición, hasta que, por fin, se llega al punto definitivo en que el hombre siente en su maltrecho raciocinio, que vale la pena torcer el camino, pues, queda convencido de que, lo que sigue, es fácil, seguro y lleno de grandes promesas.

Joe Baron, el policía de marras, está casado con una joven y adorable rubia que, como si esto fuera poco, es la que sostiene los mayores gastos de la casa… y como suele ocurrir, de tanto en tanto se lo recuerda; y su compañero, Peter Delanos, es un hombre apuesto que se siente frustrado al sentir que, nada bueno de lo que ofrece el mundo, él consigue alcanzarlo.

Infortunadamente, el asunto del robo es tramitado y resuelto de manera muy poco creativa por parte del director Burt Kennedy (aquí, en uno de sus escasos filmes por fuera del western, donde obtuvo mejores resultados), y en esto, el filme pierde encanto, además de que, la manera de servirse de la banda sonora, es de lo más impertinente.

Sin lugar a dudas, el mejor asunto aquí desarrollado -además de lo grato que resulta, a la vista, cada plano en que aparece la muy bella Elke Sommer-, es el nuevo reencuentro -veinte años después de la inolvidable “Gilda”-, entre Glenn Ford y Rita Hayworth, ambos ya un tanto curtidos, aunque ella nos dará una pequeña demostración de que sus piernas todavía pueden levantar… cierto entusiasmo. Y hay que decirlo, es precisamente Rita, la única que tiene aquí la oportunidad de actuar como se debe, recreando a una mujer penosamente degradada, pero aún con un alma colmada de emociones. Fue este personaje, un agregado que hizo el guionista Walter Bernstein y fue un verdadero acierto.

En “LA TRAMPA DEL DINERO”, se prueba de nuevo que, lo que debemos hacer para conseguir las cosas que deseamos, no puede ser ‘cualquier cosa’, porque, si nos olvidamos de la ética y los principios, puede ocurrir que sea más lo que perdamos que lo que, al final, conseguimos.

Título para Latinoamérica: LA TRAMPA DEL ORO
Luis Guillermo Cardona
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