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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Con sólo catorce años, Antoine Doinel se ve obligado no sólo a ser testigo de los problemas conyugales de sus padres, sino también a soportar las exigencias de un severo profesor. Un día, asustado porque no ha cumplido un castigo impuesto por el maestro, decide hacer novillos con su amigo René. Inesperadamente, ve a su madre en compañía de otro hombre; la culpa y el miedo lo arrastran a una serie de mentiras que poco a poco van calando ... [+]
11 de agosto de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los malos tratos en la infancia no siempre llevan a la perdición. A veces, te convierten en un diamante que, tras muchos cincelazos, hacen que aflore tu brillo y que estés preparado para traer gracia al mundo. Surge, en ésto, una pregunta, ¿Por qué si tantos otros se pierden para siempre como consecuencia del maltrato, a qué se debe que, algunos chicos, encuentren la luz? Creo yo que, lo que ocurre, es que otra suerte de estímulos llega también a su existencia. Mientras algunos los apalean, los desconocen y los animan a experimentar lo indebido, otros seres les muestran la senda del entendimiento, la dignidad y la trascendencia. Lo que cada uno le aporta es su elección y es eso lo que, finalmente, los hace fuertes en la brecha.

Imagino que, algo así le ocurrió a, François Truffaut, y al dedicarle esta semiautobiográfica opera prima al crítico de cine, André Bazin, está haciendo un reconocimiento a la relevancia que tuvo para su vida el que él le abriera las puertas de la revista, Cahiers du Cinema, donde pudo ejercer su particular Crítica de Cine. Sólo seguía dar el paso hacia la realización cinematográfica, y ya la experiencia vivencial estaba dada para convertirla en arte.

<<LOS CUATROCIENTOS GOLPES>>, habla de la educación, tal y como la entiende gran parte de la sociedad del siglo XX (¿Y la del XXI?): Educar es reprimir y domesticar; transmitir dogmas y conocimientos memorísticos; moldear, enseñar sin ejemplo, castigar y liberarse de aquel que no accede a obedecer. Así, tenemos a una juventud subyugada y lerda, incapaz de contribuir a la evolución del mundo. Sin rubor alguno, en la película se plantea un serio alegato contra la educación represiva e impositiva provenga de los padres o los docentes; y queda sentado que es la sociedad adulta la que, ensañándose con los jóvenes, les niega toda autenticidad y los pone en camino de la degradación.

François Truffaut, define con claridad el proceso que sigue a todo intento de domesticar a un niño en cuyas entrañas bulle la libertad y el ansia de ser; y, Jean-Pierre Léaud, logra imprimir a su personaje sensibilidad y suficiente carisma como para que lo sintamos muy cerca.

El filme está muy bien concebido y algunas imágenes son de una gran contundencia en su significado. Como ejemplos: los niños, tras huir de la escuela, girando en esa licuadora mecánica (el mundo) observados por una sociedad fantasmal e indiferente; o el picado desde un edificio, donde un profesor lleva en hilera a sus alumnos por la calle (intento de domesticación) y ellos se van escapando, de a pocos, al paso por cada tienda y por cada esquina. Se nota que, Truffaut, entendió el lenguaje de su maestro Renoir, y no sólo se compromete con un reflejo de la sociedad actual, sino que induce al espectador a que tome partido en las reflexiones.

El objetivo supremo del arte ha de ser la libertad del hombre.
Luis Guillermo Cardona
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