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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Romance. Drama Las cinco hermanas Bennet han sido criadas por una madre obsesionada por encontrarles marido. Pero una de ellas, Lizzie, inteligente y con carácter, desea una vida con perspectivas más abiertas, un anhelo respaldado por su padre. Cuando el señor Bingley (Simon Woods), un soltero rico, y su círculo de sofisticados amigos se instalan en una mansión vecina para pasar el verano, las Bennett se entusiasman con la posibilidad de encontrar ... [+]
21 de mayo de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan dañino puede ser el orgullo como el prejuicio. El primero, porque te lleva a creerte superior a los demás y eso te granjeará repulsa y desprecio de mucha gente… ¡a veces incluso de quienes más quisieras que te quisieran!; y también es dañino el llamado, prejuicio, porque supone pleno conocimiento cuando, en realidad, no se ha sobrepasado la superficie. La palabra se compone de pre: antes de…; y juicio: sentencia; es decir, prejuicio es condenar a una persona (o a un sindicado) sin concederle el derecho a un juicio justo… y todo el que juzga a alguien con base en su raza, su apellido, su clase social, etc., sin adentrarse a conocer la personalidad de aquel a quien censura o condena, cae en la radicalidad de los prejuicios… y bien sabemos ¡cuántas injusticias y canalladas se han cometido, con esta suerte de ligerezas, a lo largo de la historia! Lo más triste es saber que, pasan y pasan los siglos, y las cosas siguen igual. El orgullo (arrogancia) y el prejuicio (ligereza), siguen causando toda suerte de males en la sociedad de hoy y probablemente en la de mañana.

Fue en 1813, cuando se publicó la novela que, Jane Austen, escribiera en 1796, y todo sigue igual: Los ricos desprecian a los pobres y los pobres odian a los ricos. Los blancos discriminan a los negros y los negros les tienen repulsa a los blancos; los de derecha abominan a los de izquierda y los de izquierda censuran a los de derecha… y así, el orgullo y el prejuicio siguen haciendo de las suyas… y la por siempre anhelada Unicidad a la que aspira el Creador, se aleja… se aleja… y se aleja.

También a, Jane Austen, un mujer sensible y muy crítica de su sociedad, le dolía todo esto, y por eso, en cada obra que escribía enfilaba sus flechas contra esa suerte de insensateces, prejuicios y malos sentimientos que bullían entre la gente, pero, al tiempo exaltaba el discernimiento, la disposición y las buenas maneras que poseían otras personas, con lo cual el camino hacia la concordia y la civilización se iba extendiendo poco a poco.

En, <<ORGULLO Y PREJUICIO>>, -remake que adaptara Deborah Moggach y dirigiera Joe Wright- un orgulloso hombre de clase muy alta, Darcy Fitzwilliam, tendrá que vérselas con una joven de clase muy media llamada, Elizabeth Bennet, quien -aunque su madre guarda afán de conseguirle, como a sus hermanas, un buen partido- no traicionará su carácter ni su respetabilidad y sabrá poner al hombre en su sitio… y también bajarlo (o subirlo) cuando sea necesario. Pero, ante el orgullo del aristócrata, Lizzie, interpone sus prejuicios… y tendrá cada uno que ahondar en los valores del otro para poder determinar cuánto peso tienen sus previos razonamientos. Lo que va a darse, es un valioso duelo de incomprensibles visiones y el resultado vale la pena verlo porque quizás quede bien claro que, sin conocimiento profundo, toda suposición y todo orgullo nos dejan en el ridículo.

Sobresalen las actuaciones de, Matthew Macfadyen (Darcy), con su gran carisma y dúctil personalidad y, Keira Knightley, nos atrapa inevitablemente con su belleza y su dulzura. Por ahí andan los grandes, Donald Sutherland y Judi Dench, pero, sus pequeños roles no dan cuenta de sus inmensos talentos.

Aunque goza de excelentes exteriores, un brillante diseño de producción y una buena banda sonora, el filme falla en el excesivo protagonismo de la cámara la cual se desplaza tanto que termina por fatigarnos; y además, ciertos personajes sobran definitivamente (Mary y Kitty entre ellos) y algunas actuaciones son tan flojas que debilitan la trama. Con todo, el romanticismo funciona muy bien, y el carácter femenino vuelve a lucirse de manera encantadora.
Luis Guillermo Cardona
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