Es muy evidente en “Mamá” que Guillermo del Toro anda detrás del proyecto. Todas las constantes de su cine están representadas en mayor o menos medida en la película que supone el debut del director Andrés Muschietti. Suspense, terror, niños, insectos, todo remite a la imaginería visual del director y productor mexicano, aunque no son solo estas las influencias de las que Muschietti se sirve para desarrollar el relato. De hecho, “Mamá” no se diferencia en mucho de cualquier película del género que nos llega últimamente. Consciente de su incapacidad para generar la más mínima inquietud apela a los consabidos sustos para sobresaltar al espectador y excepto un par de apuntes originales nada sorprende en una película que da la impresión de haber sido vista ya una y mil veces. Usando el drama materno-filial como coartada psicológica, Muschietti despacha una historia que nunca llega realmente a enganchar. Muy lejos ni siquiera de atisbar la magia que desprendían las grandes citas del género, con una Jessica Chastain a la que se nota algo desubicada y avisados de manera torpe de que se aproximan los sustos ni siquiera nos queda el consuelo de disfrutar sintiendo miedo. Eso sí, en su tramo final en cuanto el fantástico va dejando de lado al terror, el film gana enteros y nos compensa en parte con una última escena que gracias sobre todo a la arrebatadora música de Fernando Velázquez nos traslada a un universo de gótico romanticismo de inequívocos aires burtonianos.

Lo mejor: su inspirada última escena.

Lo peor: su poca capacidad de sorpresa.