Lo has soñado alguna vez. Te has perdido en un bosque y aparece gente que no debería aparecer en lugares que deberían ser de otra forma y saber a otra cosa. Te dejas llevar, te gusta, piensas en esa vida como una posible. La casualidad del destino te ha situado allí por alguna razón. Hay un huracán y después te entra el miedo, miras a los personajes de tu sueño, corres, te despiertas.

Eso le debió pasar a Sebastian Schipper antes de rodar este admirable plano secuencia sin trampa ni cartón. Dos horas y media al peso de una cámara en un Berlín que amanece, un guión lo suficientemente inteligente como para engañarnos con la brújula de tres actos y unos actores entregados a la causa. Laia Costa, por encima de todos, inocente, soberbia y exagerada a partes iguales.

Y aún sabiendo que las formas terminarán por deslucir cierto fondo, no podremos negar la multitud de aciertos de esta 'Victoria' como una de las grandes sorpresas del año. Al menos, la pose de Iñárritu debería palidecer.

Corre, Lola, corre...