Película que ha ganado con el paso del tiempo, lo que me llama la atención es su rigurosidad. No en la adaptación de la novela de Tom Wolfe, que estaba descontento con la traslación, ni con los hechos históricos, advirtiendo los expertos de las licencias tomadas. Es encomiable como Kaufman, sin enfatizar, coloca en el lugar que se merece a los pilotos de pruebas de la aviación y de la carrera aeroespacial. Es ambiciosa por los puntos de vista del hecho histórico: desde esas mujeres a las que no se prepara para sobrellevar el riesgo que corren sus maridos hasta esa competencia con los rusos y el interés del gobierno con un Lyndon B. Johnson nada serio, casi un mamarracho.

Como espectáculo es grandioso dentro de su modestia. Las partituras de Bill Conti ayudan a engrandecer el esplendor de lo que devoramos con los ojos y con los oídos. Su diseño de producción es magnífico pero se lleva la palma un trabajo de sonido y unos efectos especiales insuperables y nada anticuados a pesar de la evolución en estas técnicas.