Pero es que encima si vas a hacerlo te indican la manera de respetar el entorno y la forma de manchar lo menos posible la superficie de repulsivos fluídos, por lo que no me extraña que el director más sobrevalorado de la Historia del Cine sea sueco. Sigue vivo, no?

Lo que he visto de él destila un patetismo y un desgarro que, desde luego, sabe trasladar a la pantalla como nadie. Lo que ocurre es que yo no estoy en la Universidad ya, y no necesito experimentar ni con drogas ni con el sexo ni mucho menos con el cine de Bergman, para después sentir que he disfrutado de una experiencia diferente y que en el mundo hay muchos colores... A LA MIERDA!!!

Y este film estuvo nominado a mejor película, dirección, guión, fotografía y vestuario en los oscars que se repartieron El Padrino y Cabaret, llevándose no sé si con justicia, el de fotografía, que destaca en todo el film por su rojo intenso que según el loco de Bergman es el color del alma. Pues un Oscar etéreo para este insulso film capaz de reventar todos los granos que puedas tener en el cuerpo viéndolo de un tirón.

Seguramente a los pedantes y absurdos actores que aparecen en Martín Hache les parecería sublime este pequeño engendro visionado durante un viaje de ácido y luego platicarían un rato muuuuy largoooo sobre la belleza insufrible de sus planos y de la vanguardista estética de su fotografía y acerca de la sicología de su mensaje. Seguro que sí. Argentina y Suecia están más cerca de lo que muchos creen, a pesar de las formas tan diferentes. El fondo siempre es el mismo: coñazo y muermo.

La escena del castigo genital de la mujer tiene su punto. Pero es que siempre nos sale con esas... Estos suecos... son de un feliz...