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Voto de Francesca:
9
Drama Daniel Lefebvre es el director de la escuela infantil de un barrio marginal de un pueblo minero del norte de Francia, en el que el 30% de la población está en paro a causa de la crisis de la minería. Un día, la madre de una alumna llega borracha a la escuela, sufre un colapso y deja allí a su bebé y a su hija de cinco años. El director solicita entonces la ayuda de los vecinos, pero lo único que conseguirá es que su labor docente sea cuestionada. (FILMAFFINITY) [+]
8 de abril de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era antes de la Crisis (1998) en la cuarta potencia mundial y ahí están en plena crisis. Falta dinero, recursos, ganas, voluntad, humanidad. Y en medio de la miseria, un hombre que se implica a fondo, que entiende que todo empieza con la infancia y acaba ahí si los niños no son atendidos adecuadamente. Este es quizás el mensaje principal de la película: una infancia perdida produce adultos desequilibrados. Pensar que la infancia no cuenta, que los niños por ser pequeños poco importan, es el error que Lefebvre en su cruzada quiere corregir.

¿Pero qué puede un David contra un Goliat encarnado por los inspectores, los poderes políticos, los alcaldes? Las altas instancias se ocupan de macroeconomía, pensando que eso soluciona todo. Porque esa es la otra gran lección que muestra el film: no importan las grandes cifras si hay niños que sufren desnutrición, malos tratos, penurias, etc.

La nota de esperanza viene del hecho que Lefebvre y sus colegas muestran que con pocos medios se puede hacer mucho y, que salvar a un niño SIEMPRE merece el esfuerzo. Nadie merece ser expulsado; un profesor de otra escuela que asiste a una reunión con las autoridades dice que él se encarga de la media, porque ni por los de abajo ni por los de arriba se puede hacer nada. Lefebvre es la prueba de lo contrario.

En imágenes lo que se muestra es lo poco que en realidad necesitan los niños: cariño, cariño, cariño, caricias, ser escuchados y sentir que alguien confía en ellos.

Es fácil dejarse llevar por la emoción, en ese sentido puede resultar una película fácil, pero a poco que uno se fije en el fondo, vemos que el film refleja una realidad sin complacencia.

Los niños, fabulosos y Philippe Torreton impresionante de naturalidad y veracidad. Hay que compararlo con el violento capitán Conan en la película homónima (Bertrand Tavernier, 1996) para ver la versatilidad y entrega de este actor. Increíble.

Recuerda otra bella película, un documental que cuenta la dedicación de un maestro en una escuela en la Francia profunda: Ser y tener (Nicolas Philibert).
Francesca
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